miércoles, 4 de enero de 2012

LAYKA HUYCHO

El layka Huychu fue nieto del gran inka pachakuteq y tenía la facultad de pronosticar el futuro de los gobernantes.
Una vez, cuando asumió la conducción del imperio, el inka Wayna Kapaq hizo llamar a Huychu para que le pronosticara su gobierno.
El brujo vivía en la comunidad de Cusco, comprensión del ayllu de Urquillos. Las noches las pasaba observando la luna y las estrellas, para tratar de descifrar el futuro. Durante el día interpretaba mirando las hojas de coca y los granos de maíz.
El layka Huychu le había pronosticado al inka Wayna Kapaq que sus hijos se pelearían como perros por el poder imperial, luego su raza seria humillada por unos adversarios y que serian destruidas las gigantescas obras que habían construido sus ancestros.
Esta predicción dejo muy preocupado al inka, pues él sabia que su hijo Waskar era muy superticioso y débil, mientras que su otro hijo, Atawallpa, era ambicioso y tenia fe en su fuerza y en la estrategia de los guerreros. Así lo había demostrado en algunas de las batallas que su padre le había encomendado durante la campaña para conquistar nuevas tierras en el norte.
El layka Huychu era un hombre longevo, así lo expresaba en sus arrugas, la nieve de su cabellera, sus manos blancas y fofas, su caminar lento, su forma de vestirse. Vivía en una zona solitaria. Conoció personalmente a varios gobernantes inkas, y muy pocas veces se equivocó en sus predicciones. Era una autoridad en materias esotéricas. La nobleza imperial le tenía envidia y miedo a Huychu, por sus muchos años de vida. Todos querían saber cómo lograba prolongar tanto su vida y superar la vejez. Huychu sabía curar a los seres humanos de las enfermedades mas variadas e incluso de aquellas poco conocidas. El conocía muy bien las propiedades positivas y negativas de los vegetales. Siempre decía: No hay hombre totalmente malo. Así como tampoco una planta es totalmente venenosa. Muchas veces, aun dentro del veneno, hay aspectos positivos.
¿Cómo aprendió Huychu estas artes secretas?. Desde la infancia Huychu tuvo inclinación natural hacia las artes esotéricas; por eso convivía con culebras, sapos y lechuzas. Se dedicaba al cultivo de plantas exóticas. Cuando tenía sueños, trataba de interpretar sus revelaciones. Cuando llego a la madurez, se interno en la selva con la finalidad de conocer los secretos que guardaban sus habitantes. También viajo en busca de información a las lagunas del norte.
La fama de Huychu no solo se debía a sus pronósticos y curaciones, si no también a la realización de brujerías. Por eso, su bohío era frecuentado por gran cantidad de personas que venían a buscarlo, tanto del Cusco como de los cuartos suyos. Al lugar donde vivía, la gente lo llamaba Huychu.
Un día, en el semblante del inka Wayna Kapaq apareció gran cantidad de granitos con pus en las puntas. Llamados los curanderos, estos diagnosticaron que eran mal de viento y para contrarrestarlo le hicieron frotación con diversas plantas, entre ellas las ortigas. Luego lo frotaron con sapos y culebras, pero el mal seguía avanzando. Finalmente empezaron a realizar pagos a la madre tierra, pero tampoco se lograba efecto. Los granos empezaron a perforar la piel y también a contagiar a los acompañantes del inka. Entonces todos volcaron sus expectativas en el layka Huychu. Cuando éste ingresó a la alcoba del inka, inmediatamente diagnostico que se trataba de una brujería que, para apoderarse del gobierno, le había hecho su hijo Atawallpa.
Huychu se comprometió a curar al inka. Pero no había cuando se produzca la sanación. Entonces, colérico, el inka boto al brujo tratándolo de embustero y ladrón.
El inka Wayna Kapaq, en sus últimos días de vida, tuvo el valor de viajar hasta Ecuador, con el propósito de reconciliar a sus hijos Waskar y Atawallpa.
Poco después el inka murió de una enfermedad, entonces desconocida, que hoy llamamos viruela.
El layka Huychu fue nieto del gran inka pachakuteq y tenía la facultad de pronosticar el futuro de los gobernantes.
Una vez, cuando asumió la conducción del imperio, el inka Wayna Kapaq hizo llamar a Huychu para que le pronosticara su gobierno.
El brujo vivía en la comunidad de Cusco, comprensión del ayllu de Urquillos. Las noches las pasaba observando la luna y las estrellas, para tratar de descifrar el futuro. Durante el día interpretaba mirando las hojas de coca y los granos de maíz.
El layka Huychu le había pronosticado al inka Wayna Kapaq que sus hijos se pelearían como perros por el poder imperial, luego su raza seria humillada por unos adversarios y que serian destruidas las gigantescas obras que habían construido sus ancestros.
Esta predicción dejo muy preocupado al inka, pues él sabia que su hijo Waskar era muy superticioso y débil, mientras que su otro hijo, Atawallpa, era ambicioso y tenia fe en su fuerza y en la estrategia de los guerreros. Así lo había demostrado en algunas de las batallas que su padre le había encomendado durante la campaña para conquistar nuevas tierras en el norte.
El layka Huychu era un hombre longevo, así lo expresaba en sus arrugas, la nieve de su cabellera, sus manos blancas y fofas, su caminar lento, su forma de vestirse. Vivía en una zona solitaria. Conoció personalmente a varios gobernantes inkas, y muy pocas veces se equivocó en sus predicciones. Era una autoridad en materias esotéricas. La nobleza imperial le tenía envidia y miedo a Huychu, por sus muchos años de vida. Todos querían saber cómo lograba prolongar tanto su vida y superar la vejez. Huychu sabía curar a los seres humanos de las enfermedades mas variadas e incluso de aquellas poco conocidas. El conocía muy bien las propiedades positivas y negativas de los vegetales. Siempre decía: No hay hombre totalmente malo. Así como tampoco una planta es totalmente venenosa. Muchas veces, aun dentro del veneno, hay aspectos positivos.
¿Cómo aprendió Huychu estas artes secretas?. Desde la infancia Huychu tuvo inclinación natural hacia las artes esotéricas; por eso convivía con culebras, sapos y lechuzas. Se dedicaba al cultivo de plantas exóticas. Cuando tenía sueños, trataba de interpretar sus revelaciones. Cuando llego a la madurez, se interno en la selva con la finalidad de conocer los secretos que guardaban sus habitantes. También viajo en busca de información a las lagunas del norte.
La fama de Huychu no solo se debía a sus pronósticos y curaciones, si no también a la realización de brujerías. Por eso, su bohío era frecuentado por gran cantidad de personas que venían a buscarlo, tanto del Cusco como de los cuartos suyos. Al lugar donde vivía, la gente lo llamaba Huychu.
Un día, en el semblante del inka Wayna Kapaq apareció gran cantidad de granitos con pus en las puntas. Llamados los curanderos, estos diagnosticaron que eran mal de viento y para contrarrestarlo le hicieron frotación con diversas plantas, entre ellas las ortigas. Luego lo frotaron con sapos y culebras, pero el mal seguía avanzando. Finalmente empezaron a realizar pagos a la madre tierra, pero tampoco se lograba efecto. Los granos empezaron a perforar la piel y también a contagiar a los acompañantes del inka. Entonces todos volcaron sus expectativas en el layka Huychu. Cuando éste ingresó a la alcoba del inka, inmediatamente diagnostico que se trataba de una brujería que, para apoderarse del gobierno, le había hecho su hijo Atawallpa.
Huychu se comprometió a curar al inka. Pero no había cuando se produzca la sanación. Entonces, colérico, el inka boto al brujo tratándolo de embustero y ladrón.
El inka Wayna Kapaq, en sus últimos días de vida, tuvo el valor de viajar hasta Ecuador, con el propósito de reconciliar a sus hijos Waskar y Atawallpa.
Poco después el inka murió de una enfermedad, entonces desconocida, que hoy llamamos viruela.

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