Cuenta la leyenda que en el lugar donde se encuentra la Laguna de Vacares, hubo hace muchísimo tiempo un hermoso jardín, al que todos los años acudía una bella princesa para reunirse con su amor. Había un príncipe moro que también la amaba sin ser correspondido.
Un día, cansado de recibir negativas y cegado por los celos, decidió vengarse asesinando a su rival. Así, una noche en la que los amantes se encontraban juntos, consumó su venganza y le cortó la cabeza al joven pretendiente. Acto seguido, la cabeza se transformó en una piedra negra, que todavía hoy se puede ver sobre una de las márgenes de la laguna.
Al ver esto, la princesa subió a una peña, comenzó a llorar, y, como tantas fueron sus lágrimas, se anegó el jardín completamente, tras lo cual también se convirtió en roca.
Dicen también que a veces se escuchan pavorosos sonidos que provienen del fondo de la laguna, y se cree que es el moro el que aún grita de celos.
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