Durante todo el día había buscado a sus ovejas. El Pastor no se explicaba como, en un ligero descuido, podían haberse hecho humo. No encontraba ni rastro por la pradera el lugar estaba como si hubiera comido la tierra era un silencio infernal daba la vista de un lugar a otro tratando de ubicar a los fugitivos , trepo un alto otero desde el cual se podía observar el silencioso paisaje de la Puna. Cansado por la búsqueda y de tanto frió que le causaba el silencioso paisaje se rindió por el cansancio y se entro a pernoctar en una caverna. Al día siguiente continuaría en la búsqueda .Arreglo sus ropas de lana en un rincón abrigado y comenzó a masticar su coca que acababa de revelarla que lograría encontrarlas a sus ovejas. Había transcurrido un tiempo apreciable cuando sorpresivamente vio que la cueva se iluminaba con un resplandor indescriptible.
¡Que hermosa estaba la noche!. El Cielo divinamente azul tachonado de incontables luceros y la luna estaba preciosa grande y redonda, lucían majestuosamente. Todo el panorama nocturno podía contemplarse con asombrosa nitidez desde su alto observatorio.
Largo rato estuvo sumido en sus cavilaciones hasta que un rebufo descomunal lo volvió a la realidad. Miro hacia abajo y quedo asombrado. No era para menos lo que está frente a su vista .Iluminado por los rayos lunares, había aparecido un gigantesco toro blanco, cuya pelambré , albina y lustrosa, emitía reflejos centelleantes. Frenético escarbaba el suelo con sus recias pezuñas blancas a la vez que emitía estentóreos bufidos.
Al poco rato, como aceptando el desafío del astado blanco, apareció un tostado y brillante como el anterior, en fiera actitud de lucha. Después de medirse cautelosamente y dar muchos rodeos, se trataron en una pelea salvaje, vesánica, embistiéndose recíprocamente, con los ojos brillantes como ascuas y entrecruzando sus astas como agudos puñales.
Estuvieron luchando bastante tiempo, salvajemente, desesperados y fieros hasta que, agitados por el supremo esfuerzo desplegado, el albino abandono la pelea y en estampida, bordeando la laguna de Yanamate, se introdujo en la cueva donde actualmente se halla el pueblo minero de Colquijirca.
EL Toro fiero de melena Anaranjada, dueño de la situación, quedo solo en medio del campo, aturreando colérico, escarbando el suelo y dando vueltas en aquel escenario, como un triunfado.
No había transcurrido mucho tiempo, cuando apareció sobre el escenario de la riña otro toro de enormes proporciones , tan grande como el tostado y en fiera actitud de ataque .Su piel, retinta y lustrosa, negra como la noche, brillaba como enorme diamante.Al verlo, el fiero tostado arremetió contra este y se trabaron en una lucha feroz, sin cuartel-Después de una encarnizada contienda en la que el choque de sus cuernos parecían sordas explosiones; el negro, sangrante y acabado y maltratado, abandono la disputa. Huyendo, se metió en una cueva donde actualmente se levanta el Pueblo de Goyllarisquizga.
Con la testuz invicta, el otro toro atezado de pelambre anaranjada, lanzo un bramido estremecedor y penetro en la cueva de donde había salido.
El Pastor conmovido, no salía de su asombro y cuando amaneció el día, corrió a su aldea y contó lo que había sucedido aquella noche. Al poco tiempo, hombres bárbaros ,fueron llegando con herramientas y materiales de trabajo ante la mirada de asombro de la zona.
Es asi como se explica el nacimiento de las minas de plata de Colquijirca, de Carbón de Goyllarisquizga y de Cobre en el Cerro de Pasco
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