Las chincanas son cuevas que se encuentran en la ciudad del Cuzco – Perú, en la zona conocida como la fortaleza de Sacsayhuaman o zona X que según dicen es la letra que forman el conjunto de cavernas al cruzarse. La leyenda sobre estas cavernas data desde la época de los Incas y aun está vigente en nuestros días por los desaparecidos que tuvieron la osadía de querer desvelar este misterio. Como una curiosidad para turistas esta la “chincana chica”, es baja, angosta y de recorrido pequeño.
En cambio la “chincana grande” se ubica a unos 200 metros de la anterior y no es accesible para nadie, es en esta donde recaen varios mitos conocidos por los lugareños, relatos que aun en el siglo XX, eran refrescados por nuevas desapariciones. Las historias varían según las personas que los narran pero todas confluyen en que las redes de cavernas comunican también con el templo del sol o Qorikancha, incluso se dice que nace en este lugar en pleno corazón del Cuzco donde ahora está construido el templo de Santo Domingo.
Una de las historias es que unos estudiantes a principios de siglo (siglo XX) según los cálculos (varia de donde procedían estos aventureros, desde estudiantes de san marcos, hasta norteamericanos o españoles), decidieron acabar con el misterio y se aventuraron en las cavernas de la chincana grande. Equipados con cuerdas, ganchos y velas se prepararon por la posibilidad de encontrar trampas naturales que algunas historias cuentan que están camufladas en la oscuridad o por habilidades incaicas para proteger sus misterios, trampas como caídas desde 200 metros a mas, pasaron muchos meses en que no se supo nada de los aventureros y se pensó que la muerte había sido su fin, mas en una misa en la iglesia de santo domingo, en plena celebración se escucho el golpe claro de un objeto macizo en las paredes de la iglesia. Al haber interrumpido la misa los asistentes identificaron su procedencia, al parecer venía de atrás de una pared recientemente levantada hace poco, cuando lograron romper el muro vieron una caverna que se perdía en la oscuridad y a un anciano con una barba desgreñada. Murió poco después de haberlo encontrado, pero cuál sería la sorpresa al identificarlo y ver que ese anciano era uno de los jóvenes aventureros que meses antes habían osado desvelar los misterios del mundo subterráneo, y la sorpresa se volvió asombro cuando firmemente en una mano sujetaba un choclo (mazorca) de oro macizo.
Las entradas a la chincana grande están cerradas y sorprende el misterio de la iglesia que al parecer tiene la entrada inicial a este submundo que al parecer contiene caminos sin fin al parecer al igual que las historias de gente perdida en su interior
Se sabe que muchos extranjeros que querían entrar en pasajes y cuevas en la zona nunca han vuelto a la luz del día. Los indígenas dicen que todo aquel que profane el mundo subterráneo secreto nunca volverá vivo o cuerdo. También hay rumores que durante la fiesta de los sacerdotes y chamanes elegidos por la Pachamama se ven en estas cuevas con los descendientes de los incas que aún habitan en el inframundo. En 1923 en Lima se organizó una expedición arqueológica a los túneles entrando por el Cuzco. La expedición se dirigió hacia la costa del Pacífico, y después de varios días se perdió el contacto con varios miembros de la misma. Después de 12 días, sólo uno de los tres regresó. Habló de giros extraños, obstáculos y trampas en el estilo de Indiana Jones. Lo más sorprendente de su historia fue que sus colegas declararon que los acontecimientos vividos le hicieron perder la cabeza. Para evitar la pérdida futura de la vida en los túneles, la policía estallo la entrada.
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