Desde hace muchísimos años una misteriosa rubia es el embeleso de choferes, escritores, poetas y amantes en Pacasmayo (Región Libertad), y sus alrededores. Los que han tenido la dicha de encontrarse junto a ella viven momentos de intensa felicidad, sobre todo cuando el afortunado, cree que ha logrado conquistar el corazón de la rubia mas bella que ojos humanos han podido contemplar.
Dicen que la rubia es una bellísima mujer joven de cabellos de oro, ojos azules como el cielo, de tez suave como terciopelo, labios rojos como coral y de un cuerpo esbelto y lozano como una diosa.
La particularidad de esta bella mujer es que casi siempre se le aparece sólo a los choferes, por el lugar llamado el Cerro Chilco (también llamado San Pedro), y pide la conduzcan a Pacasmayo; a veces más bien prefiere ir al cementerio. Acepta gustosa tomar alguna bebida en los restaurantes de la ciudad, pero al menor descuido desaparece dejando al galán plantado con los "crespos hecho".
Algunos que la han conocido, han tenido que ser conducidos al hospital para recuperarse de la tremenda crisis nerviosa tras el suceso.
Esta bellísima aparición ha logrado cautivar más de un corazón: el poeta Jacinto Mendoza Liza, en su poemario "tesoros y Misterios de Cupisnique", cautivado por la rubia del Cerro Chilco, le dedicó estas líneas:
"Hermosa rubia de tez nácar,
mejillas rosas, carmín sus labios
que de entre abiertos cáliz de lirios
hermosas perlas se ven brillar.
Ojos celestes, igual que el cielo,
son dos luceros que en esas noches
de intermitentes luces fugaces,
hacen más lindo su hermoso pelo.
Leve sudario, cubre sus formas
excelsas curvas de gran belleza
trasluce hermosa, clara belleza
con su cadencia resalta más".
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