Especialista del Ministerio de Salud señala que el castigo físico causa dolor, tristeza, injusticia, miedo e inseguridad en el menor.
Con la violencia los niños pasan a la condición de objeto, sin derecho a protesta. (Internet)
Emplear palmazos o golpes para educar a los niños es una forma de castigo físico y psicológico que, según los especialistas de Promoción de la Salud del Ministerio de Salud (Minsa) no es una medida correctiva y, contrariamente a lo que algunos padres consideran, causan dolor, tristeza, injusticia, miedo e inseguridad en el menor.
“Esta manifestación de violencia representa una relación desigual de poder, entre el niño o la niña con los padres. En estos actos violentos, quien pega o emplea la fuerza física, así como quien lo recibe, son reducidos a la condición de objeto, sin derecho a protesta”, dijo la psicóloga Nency Virrueta.
Señaló que se cree erróneamente que estos actos de violencia son manifestaciones de ‘amor correctivo’, la cual se evidencia en frases como “los palmazos con amor educan”, “si el padre no le pega a sus hijos pequeños, sus hijos lo harán cuando crezcan” o “el palmazo es un ‘choque ligero’ para corregir y educar”, indicó la experta en salud mental.
“Ninguno de estos enunciados es acertado, pues la violencia no es una expresión de amor”, aseveró tras indicar que un mecanismo de autodisciplina durante la crianza de los niños y niñas no constituye un límite.
La psicóloga recomendó emplear una crianza que promueva una cultura de paz y construya en los niños valores y actitudes como justicia, respeto, solidaridad y participación. En ese sentido, señaló que los padres e hijos necesitan construir reglas comunes de vida en el hogar a través del diálogo, sin temor y con responsabilidad.
Con la violencia los niños pasan a la condición de objeto, sin derecho a protesta. (Internet)
Emplear palmazos o golpes para educar a los niños es una forma de castigo físico y psicológico que, según los especialistas de Promoción de la Salud del Ministerio de Salud (Minsa) no es una medida correctiva y, contrariamente a lo que algunos padres consideran, causan dolor, tristeza, injusticia, miedo e inseguridad en el menor.
“Esta manifestación de violencia representa una relación desigual de poder, entre el niño o la niña con los padres. En estos actos violentos, quien pega o emplea la fuerza física, así como quien lo recibe, son reducidos a la condición de objeto, sin derecho a protesta”, dijo la psicóloga Nency Virrueta.
Señaló que se cree erróneamente que estos actos de violencia son manifestaciones de ‘amor correctivo’, la cual se evidencia en frases como “los palmazos con amor educan”, “si el padre no le pega a sus hijos pequeños, sus hijos lo harán cuando crezcan” o “el palmazo es un ‘choque ligero’ para corregir y educar”, indicó la experta en salud mental.
“Ninguno de estos enunciados es acertado, pues la violencia no es una expresión de amor”, aseveró tras indicar que un mecanismo de autodisciplina durante la crianza de los niños y niñas no constituye un límite.
La psicóloga recomendó emplear una crianza que promueva una cultura de paz y construya en los niños valores y actitudes como justicia, respeto, solidaridad y participación. En ese sentido, señaló que los padres e hijos necesitan construir reglas comunes de vida en el hogar a través del diálogo, sin temor y con responsabilidad.
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