viernes, 25 de febrero de 2011

EL HABLA CULTA

MAÑOSO. Maña, término de origen incierto (probablemente relacionado con mano), se documenta en castellano desde el siglo XII y desarrolla, a lo largo del tiempo, matices semánticos positivos y negativos: ‘habilidad’, ‘destreza’, ‘resabio’, ‘astucia’, ‘mala costumbre’. El derivado mañoso, -a significa, en la lengua general, ‘que tiene habilidad o destreza’; pero en el habla familiar del Perú, mañoso tiene también el sentido de ‘lujurioso’. Mañosería y mañosear se aplican, en cambio, a la conducta caprichosa de algunos niños.
CACHITA. Del latín cappŭla, el sustantivo cacha se documenta en castellano desde el siglo XIII como designación de cada una de las piezas que forman el mango de una navaja o de un cuchillo; cachaza, derivado aumentativo de cacha, tiene hoy el significado específico de ‘flema’, ‘parsimonia’. Pero en la lengua familiar del Perú –y parece que en ningún otro país– el diminutivo cachita ha tomado el sentido de ‘burla’, ‘sorna disimulada’; la locución verbal sacar cachita equivale, más o menos, a tomar el pelo.
PASARSE DE VUELTAS.En la lengua familiar y popular del Perú, pasarse de vueltas significa ‘excederse’; esa locución verbal puede entenderse en sentido positivo o negativo, según lo determine el contexto. Son ejemplo de ello estas oraciones: “se pasó de vueltas con su generosa donación”, “tomó demasiado vino y se pasó de vueltas”. Pasarse de vueltas tiene, en la Argentina, el sentido positivo de ‘agotarse en el estudio o en el trabajo’. Vuelta, sustantivo femenino derivado del verbo volver, es ejemplo de rica polisemia en el español de todas partes.

NI PARA EL TÉ
La palabra té procede de un dialecto chino y se propagó en Europa, junto con la bebida, a partir del siglo XVII, explica la reconocida lingüista

El té es un arbusto de origen oriental con cuyas hojas se prepara una infusión de consumo mundial; en el Perú, se usa desde el siglo XIX y es bebida irreemplazable para muchos pueblos, como el británico. La palabra té procede de un dialecto chino y se propagó en Europa, junto con la bebida, a partir del siglo XVII; en casi toda América, té se ha hecho sinónimo de infusión: té de tilo, llegándose a la expresión tautológica té de té. Prueba máxima de lo que es el té para el peruano es la locución no tener ni para el té ‘no tener ni un céntimo’.



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