Había, cerca del río que parte en dos el camino que va desde Guañacagua hasta Chitita, una
vertiente que entregaba, desde lo más profundo de la montaña, transparentes aguas, que con
mucha gracia se fueron estancando hasta formar una poza de agua dulce, a la cual acudía toda la
gente del sector para calmar su sed.
Bajo ese chorro de agua dulce se formó una gruta misteriosa. Y de ella, varias mujeres, habían
visto salir a una misteriosa mujer muy joven y hermosa que se refrescaba con los agradables y
fríos salpicones de agua que burbujeaban en las adormiladas aguas del pequeño estanque.
Junto a la aparición de la bella mujer los jóvenes del sector iban desapareciendo uno a uno. Todo
indicaba que las desapariciones sucedían cuando estos jóvenes se acercaban a la refrescante poza.
Un anciano quiso desentrañar el misterio y sacrificó a su joven hijo. Nada le dijo de sus
intenciones, y le mandó a buscar agua de la poza de la vertiente. Luego, le siguió y escondido tras
unos arbustos vio como su hijo sacaba agua. Cuando ya daba vuelta para marcharse escuchó una
voz de mujer llamando a su vástago.
En efecto, la mujer, que era una princesa inka hechizada, comenzó a aparecer en la poza y el joven
maravillado por su belleza desnuda no pudo resistir al llamado. Excitado hasta la locura comenzó
a desnudarse, y con señas comunicaba a la hermosa mujer que ya iba a su encuentro.
Se empinó en los pies y se zambulló en las aguas. Luego de un rato, en la palma de la fresca y
hermosa mano de la mujer había un sapo, que con sus grandes ojos afligidos miraba la belleza del
rostro hechicero.
Después de un rato, la joven besó al sapo en su hocico y lo lanzó a la orilla de la poza.
El anciano, triste, contó a la gente lo ocurrido con su hijo. Pero, a pesar de todo, los jóvenes no
resistían la idea de ir a ver una belleza tal; y así de ese modo, la hermosa y fresca vertiente, con
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sus apacibles aguas es habitada por cientos y cientos de sapos, que desde un tiempo ido, y hasta
hoy lloran y lamentan el encuentro con la hermosa y dulce mujer, y que de un momento a otro
puede aparecerse a cualquiera, tal como ayer, hoy y siempre.
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