UNA INVITACIÓN
Dicen que el zorro quería comerse a la pariguana. La
perseguía por todas partes. Ésta, para librarse, se refugiaba en cualquier Laguna y desde allí lo miraba de reojo. Cierto día el zorro, para acercarse al ave, la invitó almorzar en su casa. A las doce del día, llegó la pariguana y
el zorro la hizo pasar, le invitó a sentarse junto al batán y sirvió el almuerzo.
Derramó, sobre el batán gran cantidad de Api, que es una mazamorra que se prepara con cañiwa
molida. Como la pariguana no podía comer rápido la mazamorra con su pico, el zorro, lamiendo todo el batán, se terminó la comida y dejó al ave hambrienta. Era la primera vez que se burlaba de ella. Concluido el almuerzo la pariguana, también, le invitó al
zorro. La cita era al día siguiente. El zorro asistió. La astuta ave había preparado canchita
salada, tostando un poco de maíz. La sirvió en unas botellas con pico delgado.
El zorro no podía meter el hocicó en la botella y se conformó con mirar la canchita a través del vidrió. Cuando la pariguana
terminó la canchita cogió la botella del zorro se comió toda cancha que
había. De esta manera el ave engaña al zorro que se creía astuto.

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