sábado, 20 de abril de 2013


EL MECHÓN DE GORRIÓN

Era invierno. Escaseaban los granos y gorrión sentía hambre. Su buche y su molleja vacía, le pedía comida.
Para conseguir alimentos, apurado, pidió  ayuda al ratón. Le prometió pagar el doble. El ratón no quiso y el ave regresó a su nido con el buche vacío. Al día siguiente, el gorrión volvió a manifestar su pedido. Visitó al ratón y le reclamó ayuda:-¡Ten  compasión de mí!, le dijo. ¡Estoy muriendo de hambre! ¿No te dan penas mis suplicas?-¿Por qué debo ayudarte? ¿Qué hacías mientras yo trabajaba? ¡Si quieres comer, trabaja! El pichitanka volvió a su nido sin nada. Varias  veces, el gorrión, reclamó ayuda. pedía prestado grano y se lo negaban. Tramitaba y no le daban. Se sintió morir  reclamó airadamente. Ya no suplicaba, imponía, gritaba, amenazaba, demandaba atención. -¡Si no me das grano, traeré al gato para que te coma! Le dijo. -¡Cantor escandaloso!_ le contestó. Pasas tu vida trinando en los techos. Pierdes el tiempo andando a saltos, olvidándote que es necesario trabajar durante la cosecha. Cantas, por gusto, avisando a los hombres buenas o malas noticias. Ahora, ¡toma cañiwa! ¡toma quinua…!, gritó el roedor. Le arrojó un saco y éste se quedó pegado hasta hoy. Por eso el gorrión tiene en la cabeza ese mechón de plumas semejante a un costal tejido con lana de llama.

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