jueves, 5 de julio de 2012


NO PRENDAS MUCHO LA LÁMPARA
I
¡SALUD… POR LOS PRESENTES Y AUSENTES!
Aquella tarde desafilaron, como en fiestas patrias, enésimos vasos de espumante chicha, luego de tres ruedas de tiro al sapo de madera que pacientemente recibía las  fichas de bronce arrojadas diestramente por los amigos.
Doña Josefa les había invitado mote con  phuspu (maíz con habas sancochadas) y ensaladas ‘’arrecha’’ como lo llamaba a su sarsa de cebollas con abundante rocoto que hacia ver a todos ‘’a sus suegras con chuso y tanga’’, por ello, todo el mundo de amantes de ‘’q’ello ukuku’’ (oso amarillo) la chicha, se acostumbraban a ese lugar desde muy tempranas horas ya que el folklórico liquido se agotaba siempre rápido.
Estuvieron desde las dos de la tarde del soleado viernes, pues salieron temprano del colegio y tuvieron tiempo para almorzar, lavar sus uniformes y enseguida  reunirse como cada fin de semana lo hacían.
Ellos no tenían mucha preocupación por sus padres a pesar de que cada quien era proveniente de provincias distintas  como Espinar, Canas, Puno e inclusive  Maldonado. El motivo de su estadía eran sus estudios y lo hacían en el lugar ya que los colegios gozaban de prestigio, hasta en el juego del sapo.
Eran dos equipos de jugadores y, en casi todos los partidos ganaban siempre el dúo del ‘’choro’’ Aller y el ‘’gordo’’ Cazasola. Ese día estaban lecherones, comentaban sus amigos ‘’Tipina’’ Herrera y Panduro, pues ellos tenían toda la racha en contra.
Con tanta chicha sus barrigas habían crecido esa tarde como bombos de banda de ‘’q’aperos’’ por eso, al momento de arreglar sus cuentas, preguntaron a la dueña cuando tendría otra chichita y les contestó que para el domingo próximo, ‘’cuidadu qui un vingan, vuy hacer habas uchú con choqllo, lis vuy ispirara ñiñuchas’’ , agregó la señora.
‘’Segurona la vieja pero buena gente’’ –aseveró el gordo Cazasola.
‘’Chi, chi, chi, chi, si decimos que no, seguirás elogiando a tu viejita’’ – bromeó ‘’tipina’’ Herrera.
Ya en ocaso del día avanzaron por el camino que conducía del club de tiro a la ciudad de Calca. Las luces estaban encendidas en las calles, aunque más parecían mecheros pero eran luces. Adornaba el atardecer un fuerte celaje rijo naranja con espectrales manchas negras, ‘’dicen que trae mala suerte, takau carajo’’, bromeó ``tipina’’ Herrera, los otros rieron porque siempre gastaba ese tipo de bromas y continuaron la marcha comentando respecto al lugar donde estuvieron ya que era alejado. Sin embargo en el camino nadie podía criticar, disfrutaban de la naturaleza y bebían chicha estirados en el pasto, a la sombra de sauces y capulíes. ‘’Sólo que esta cojudeza es lejana, mientras venirnos  gana tiempo y  se agota  la chichita’’ comentaban los amigos. Todas las veces repetían las mismas lamentaciones tan de memoria como a los Heraldos Negros del gran Vallejo que lo resucitaban en sus momentos flacos.
‘’Oigan malogrados, nos hemos embotado. Yo me rajo un pisco y ustedes retrucan ¿sale?, propuso Panduro, que a la sazón era de zona tropical y sentía frio. ‘’! Sale vale!’’ corearon, ‘’pero ¿dónde?`` . ‘’Qué cosa, donde el Benicha de la tetería pues, por que me tiene una deuda’’, rieron todos gastando una serie de bromas de tipo erótico inusual, porque el aludido era un cholo toscamente cariñoso para los muchachos, especialmente con quienes le mostraban aunque sea en foto sus genitales.
 ‘’No jodan, no es como piensan. El otro día que le echamos unos tragos de Pisco me dijo: Niñu Panduro, disque tinis duru tu isu? Muistrami ya ¿yo le di una patada porque se pasó de palabra y de mano’’ . Comentó con algo de seriedad el aludido. En respuesta todos celebraron con más bromas. Panduru aclaró que por esa actitud le sacaría los piscos que quisiera, pues si se negaba le declararía ante los parroquianos, diciendo que el Benicha era un marica.
Entre risas y palomillada llegaron al pueblo y enrumbaron a la calle principal, en una de cuyas esquinas ya pifiaba la tetera. ‘’! Que bueno, incluso ya hay tecito ¡sale caliente!’’, se frotó las manos el ‘’choro’’ Aller. Presurosos se aproximaron al chiribitil, pues sus barrigas aumentaban de volumen.
‘’! Y… doña Beni, como estás?- preguntó bromeando uno de ellos. `` Ay, siñursitus, un mi digan así, puidin criir qui suy mujier mis cliintis; tacau, Jisus! – retrucó el Beni con las manos en la cintura y haciendo muecas especiales de coquetería, luego murmurò: ‘’fastidiu, pur isu un quiru atindir aistus malcriadus, purqui sun atrividus, Jisus, tacaù’’.
-¿Puedes atendernos? – reclamaron casi en coro.
-! Aig,… pasin puis, istàn paradus cumu cujurus! ¿Qui van tumar?- respondió amanerado.
-Danos… un pisco, el puro, dos gaseosas, limón, jarra, vaso y cigarros, y cuanto quieres regalarnos…- pidieron.
-¿Purqui un tuman ticitu? Con isu si van trancar rápido y un van cumplir cun sus chicas…
-! Ya, ya, ya… sirve rápido, por que no eres nuestra mujer para tanto lio. Además ya sabes… mmm- advirtió Panduro.
Hicieron la mescla, una y otra y otra más. El dueño no quiso atender más con el argumento que temprano viajaría a comprar mercaderías, como disculpa ofreció atender al día siguiente  hasta más tarde y si querían con todo.
El reloj de la iglesia marcó las once de la noche y cada quien se despidió  para irse a sus habitaciones, pues vivían en calles apartadas. Todos estaban ‘’picoteados’’ pero aún lúcidos. Lo habían pasado bien especialmente con las bromas y el ‘’avión’’ de unos cigarrillos que le hicieron al Benicha.
‘’Choro’’ Aller se acompañó con ‘’Tipina’’, hasta cierta parte para luego cada quién coger la viada hacia sus viviendas ‘’de puertas independientes’’.

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