sábado, 14 de julio de 2012


LA DONCELLA Y EL CÓNDOR
Un joven solía ir al  lugar donde una chica pasteaba sus ovejas. Todos los días iba ahí se hicieron amigos y él le dijo:
_Hermana, ¿y si jugamos a grupa-grupa?
_De acuerdo, hermano, jugamos_ aceptó ella.
_Pero carguémonos  vendándonos  los ojos _dijo él.
Y cada uno, a su vez, vendaba los ojos del otro. Primero, él  cargó a la chica en su espalda. El cóndor la cargó en su espalda. Porque, claro, era un cóndor. Luego le tocó a la chica vendarle los ojos al cóndor y cargarlo en su espalda. Se turnaban para cargarse el uno al otro. No hacían  sino jugar.
Habían jugado así cuatro o cinco veces. Como ya eran amigos, pasaban todos los días cargándose  en uno al otro, mientras las ovejas  pasteaban. El joven,, que así visitaba a la chica, llevaba un terno negro y una corbata blanca. Jugaban entonces tranquilamente a grupa _ grupa. Y todos los días, después de jugar, se sentaban juntos. Y  en la noche, después de haber jugado, cada uno regresaba a su casa a dormir. La muchacha se iba arreando sus ovejas.
Un día, el joven llegó como de costumbre al lugar donde ella pastaba sus ovejas. Jugaban de nuevo a cargarse el uno al otro, siempre vendándose los ojos. La joven cargó al cóndor y luego le tocó a este cargarlo. Y luego, nuevamente  ella lo cargó. Cada uno, a su vez, vendaba los ojos del otro y lo cargaba. Pero de pronto, después de haber vendado los ojos de la muchacha  y haberla cargado en su espalda, el cóndor se elevó a su cueva.
Entonces, ella se quedó a vivir con el cóndor, vivieron juntos. Llegaban a tener un hijo .Como tenían un hijo, el cóndor bajaba  al rio para lavar los pañales. Pero no lavaba  bien la ropa que el niño había ensuciado, ni nada. Entonces, la muchacha terminó por decirle:
_No está bien. Cárgame en tu espalda, yo voy a la lavar la ropa.
Estaba lavando la ropa a la orilla del rio, estaba lavando cuando el ave Ana María se le acercó  y le dijo:
_ ¡Oye , sonsa! Ese no es un hombre. Estás viviendo con un cóndor.
El ave añadió:
_Vete. Mientras tanto, yo lavaré los pañales. Entonces, Ana María, el avecita, estaba lavando. Es un avecita negra con cabeza blanca que llamamos << Ana María>>. Ana María estaba, pues, lavando  la ropa:
_¡Tac, tac, tac, tac, tac, tac, tac, tac, tac, tac ,tac,tac, tac!
_ ¿Ya?  El niño está llorando _dijo el cóndor desde su cueva.
_Todavía _ respondió el ave.
Ana María fue quien reveló a la muchacha  que era un cóndor.
El ave le dijo:
_Vete. Mientras tanto, yo voy a lavar.
Y también:
_Vas a ir a tu casa. Harás  hervir agua en una tinaja, luego la cubrirás  con una manta y cuando llegue el cóndor, lo harás  sentar encima. De  esta manera, te librarás  de él _ dijo el ave.
Entonces, la muchacha se fue a su casa, mientras Ana María, después de darle estos consejos, se quedó lavando la ropa. El ave lavaba, dando grandes golpes con sus alas. Estaba, pues, lavando la ropa.
_ ¿Ya  está?
_Todavía.
_ ¿Ya está? El niño está esta llorando, el niño está llorando _ decía el cóndor.
En efecto, el niño esta llorando mucho. Mientras tanto, la muchacha llegó a su casa. El cóndor acabó por darse cuenta de que ella se había ido:
_ ¡Por eso es que me respondía  ‘’todavía, todavía’’!
La muchacha había llegado a su casa.  El cóndor acabó por darse cuenta de que ella ya no estaba. Cuando bajó, descubrió  a Ana María lavando  la ropa:
_ ¡Tac, tac, tac, tac, tac!
Ella no hacia sino aletear  en el agua, no lavaba.
_ ¡Tac,tac, tac, tac, tac!
Ana María es un avecita negra con cabeza blanca. Cuando el cóndor bajó y buscó a su compañera, solo encontró un avecita que se escapó volando.
Entonces, regresó a su cueva y devoró al niño. Lo devoró y se quedó un momento sin saber qué hacer. Luego se dijo:
_Habrá regresado a su casa.
Fue a buscarla al día siguiente o tal vez dos días  después, no sé. La chica hizo hervir agua y, junto con sus padres, mantuvo la tinaja lista. El cóndor entró en la casa de la muchacha. Lo invitaron a sentarse. Como la tinaja estaba cubierta con una manta, se sentó tranquilamente y, ¡phall!, cayó adentro. En la tinaja, el cóndor se desplumó y murió. Ahí termina.

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