PAUKARTAMPU Y LA ÑUSTA PETRIFICADA
En la cautivante y hermosa comarca de Pisaq radicaba un
cacique llamado Orqo Inkiltupa, quien tenía
buenas extensiones de tierras en Amaru, Paruparu y parte de Coya y Taray. Para
suerte suya su esposa alumbró una bellísima niña llamada K’antu (flor sagrada).
Ella se había convertido en la adoración de su progenitor; y _ como era
engreída_ la rodeó de todas las comodidades hasta que llegó a la hermosa edad
de la adolescencia.
Orqo Inkiltupa _al ver que su hija tenia un hermoso cuerpo y
un semblante cuya belleza no tenia paragón
en la zona_ comenzó a soñar que K’antu debía contraer nupcias con el
hijo del inka Yawar Wakaq y así ligarse a la nobleza del imperio de los inkas.
El cacique solía viajar a la urbe imperial, cruzando el rio Vilcanota por un
vado, con la finalidad de relacionarse y relacionar a K’antu con los vástagos del emperador cusqueño.
En cierta ocasión se presentó en la puerta del palacio del
cacique Orqo Inquiltupa un joven apuesto y extraño llamado Tampu quien traía de
la selva animales, armas como flechas de chonta, así como frutos exóticos y
bebidas desconocidas en estas tierras. Tampu estaba vestido a la usanza de la
selva: una falda cubría su cuerpo, llevaba en la espalda una larga tela roja,
su frente estaba coronada con algunas plumas de bellísimos colores vivos. Pero
, lo que más llamaba la atención era el chumpi (correa) que rodeaba su cintura,
un tejido fino de colores, adornado con figuras exóticas.
Después de platicar un largo rato, el recién llegado solicitó
al cacique que le conceda la mano de su hija K’antu; Inkiltupa le respondió:
_Pues se quieres a mi hija como esposa construye un puente
sobre el rio Wilkamayu para que ella pueda cruzarlo a pie y de esta manera
pueda viajar a la ciudad sagrada del Qosqo, pero eso si, tendrás que
construirlo en tan sólo un día. _ El planteamiento del cacique era un imposible
para un ser humano. Al escucharlo Tampu casi se desmaya pero tuvo el valor de
decir.
_¡Oh gran cacique de Pisaq, dadme un mes de plazo para que
pueda construir el puente!
_¡Esta bien! _dijo el cacique.
Tampu, salió del palacio –después de despedirse del cacique
Orqo Inkiltupa_ con el firme deseo de conseguir de su cacicazgo trabajadores y
material; parte de estos hombres
vendrían hacia Pisaq para preparar y acarrear el material lítico, el resto
traerían el maderamen y soguillas de las profundidades de la selva para
construir el puente soñado.
Tampu, antes de emprender el trabajo, se arrodilló al pie de
la sagrada montaña de Pachatusàn y solicito su apoyo ofrendándole un caimán de
la selva y una porción de coca.
En seguida, Tampu empezó
con la construcción. Mucha gente llegó arrastrando las moras _soguillas
vegetales_. Otro grupo cavó cuatro profundos hoyos para colocar después en ellos
las bases del puente. El pretendiente sudaba a mares, no había cuando se culminé
el cavado de los hoyos y, para colmo, se encontraron gigantes roquedales dentro
de la tierra, faltaba además trasladar los pedrones y luego levantar los cuatro muros. Cuando Tampu intentó
empujar el primer pedròn no pudo siquiera moverlo. Con todo esto se desesperó
puesto que le quedaban contados días de plazo.
El cacique Orqo Inkiltupa desde su palacio miraba con
escepticismo la construcción del puente. Sabia que Tampu no lograría su objetivo en un solo mes;
puesto que el mismo, en varias
oportunidades aún con el apoyo de otros cacicazgos, había intentado construir
el puente sobre el Wilkamayu y no lo había conseguido; la riada de las aguas
del rio sagrado con sus gigantes oleadas terminaban siempre desgastando las
bases y el puente nunca terminaba de construirse. Por tal razón Orqo Inkiltupa
estaba seguro que su adorada hija K’antu pronto contraería nupcias con el
segundo hijo del inka Yawar Wakaq,
además porque entre ella y el hijo del
inka había algo más que amistad.
El cacique Orqo Inkiltupa al ver que Tampu le ganaba el
tiempo, se reía a carcajadas como mofándose del atrevimiento del pretendiente.
A pesar de todo ello, la figura monumental y tez hermosa de K’antu se había apoderado
definitivamente del corazón de Tampu. Éste, importante de construir el puente
porque le faltaban contados días y viendo que sus pretensiones se derrumbaba,
se puso a llorar; sin embargo _como
último recurso _ mirando a la montaña de pachatusàn (deidad: sostén del universo) con el corazón en la mano le imploró que le ayude a
construir el soñado puente. Y así fue que Alkamaru (ave sagrada) se posò en una
rama de una arboleda de sauco, picoteó un fruto rojo y carnoso y dijo:
_Tampu, el dios
pachatusàn se ha compadecido de tu situación, él me envía para ayudarte.
_Gracias por el mensaje, hermosa avecilla.
_Baja al hoyo, cuando refugiarte échele agua _dijo el ave.
Ciertamente, el joven Tampu descendió a pasos agigantados a
la orilla del rio. El ave voló hasta cierta altura, luego comenzó a mantenerse
en el aire y vomitar de su buche arenillas, las cuales al hacer hacia la tierra
comenzaron a tomar cuerpo hasta convertirse en inmensos pedrones. Tampu con una
poroña sacaba el agua del rio luego la echaba a los pedrones, el líquido se iba
convirtiendo en un material ligozo. En poco tiempo se formaron los cuatro sólidos
muros de contención del puente, después de este hecho la avecilla habló:
_Tampu, desátate tu chumpi.
El pretendiente de Kàntu, de inmediato se desató y entregó
la correa; en un santiamén el ave sagrada deshilo con su pico el chumpi, lo cogió con sus patitas finas, voló
a la otra orilla jalando los hilos del chumpi los que se fueron convirtiendo en
gruesas cuerdas. En otro santiamén el puente ya tenía tezadores en los cuatro
estribos. La avecilla después que culminó con esta tarea le dijo:
_Tampu, anda al palacio del cacique Orqo Inkiltupa, con la seguridad que pronto la doncella Kàntu
se convirtiria en su esposa. Después de una larga caminata el pretendiente
llegó hasta el palacio del cacique. Tocó la tosca puerta del palacio, salió un
anciano y le dijo:
_Wiraqocha, hace unos instantes el cacique juntamente que su
hija han partido a la ciudad del Qosqo invitados por el soberano Yawar Wakaq.
Tampu, muy preocupado y desesperado corrió tratando de
alcanzar al cacique Orqo Inkiltupa y a su amada K’antu. Cuando cruzaba el nuevo
puente, que había construido con Alkamaru, divisó que el cacique y su hija ya estaban a cierta altura
de la montaña. Tampu comenzó a gritar:
_¡Wiraqocha (señor), ya està construido el puente, por favor
cumple tu palabra y entrégame a tu bella hija!
Pero, el cacique Orqo Inkiltupa y su hija, sin hacer caso de
estas súplicas, seguían escalando el cerro.
Tampu, por su parte, llorando de amor, continuaba
ascendiendo tras su amada y como estaba en plena juventud corría agrandes
zancadas. El cacique, al ver que el pretendiente de su hija se aproximaba,
decidió empujar pedrones para que rodaran cerro abajo como galgas y terminen
aplastando a Tampu. Este hábilmente los fue esquivando hasta que finalmente uno
de ellos, el más, inmenso cayó sobre su frágil cuerpo, matándolo al instante.
Cuando el cacique Orqo Inkiltupa, después de liquidar a
Tampu, decidió alcanzar a su hermosa hija, súbitamente se le apareció un
gigante monolito con una figura muy semejante a K’antu. El cacique se dio
cuenta que su hija ya no tenia vida, sino, se había convertido en una enorme
roca, entonces de pura decepción decidió lanzarse a un precipicio.
Del cuerpo de Tampu
nacieron decenas de aves, llamadas
paukares, quienes se dirigieron a las espaldas de la laguna Kinsaqocha buscando
un lugar donde poblar. A este sitio los hombres llamaron Paukartambo que
viene a ser lugar de aves selváticas.
Aún hoy existen las bases del puente de Pisaq, el monolito
_la ñusta petrificada_ y el pueblo de Paukartambo en memoria de aquellos acontecimientos amorosos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario