lunes, 18 de junio de 2012


LA FIESTA DE PENTECOSTÈS

Para la fiesta de Pentecostés, de dónde no llegan los Yukavinos: de Lima, Cusco, Arequipa. Acaso uno que otro desde el extranjero. Se gasta gran cantidad de dinero, se bebe abundante cerveza, la sabrosa frutillada, la chicha; se comen ricos potajes como: Chicharrones, lechones y caldo de gallina; se bailan waynos, salsas, vals, chichas, al cumbias, al compás  de bandas o tocadiscos; en la casa de los alferados.
En Yukay, en tiempo de los inkas, se festejaba a Mamasara. La fiesta duraba tres días consecutivos; el primer día traían los mejores maíces de todo el Valle Sagrado de los Inkas; el segundo día se los adoraba en la inmensa Plaza del pueblo. El tercer día después de incinerar el maíz las cenizas eran devueltas a sus zonas de origen y enterradas, en el corazón de la madre tierra, con respetuosas ceremonias.
La fiesta de Pentecostés fue traída por los españoles, quizá para reemplazar la fiesta de la Mamasara. Clavaron las cruces en sagradas apachetas de los inkas.
En Yukay, en la fiesta de pentecostés se ven siete cruces, cuatro de ellas llamadas: Cañibamba, Calvario, Cruzmoqo. El último día de esta fiesta, las cruces, con gran ceremonia y al son de las siete bandas, una por cada cruz, atraviesan el rio Vilcanota en hombros de los feligreses.
Para recibir estos cargos, los yukavinos se preparaban con muchos años de anticipación; por eso quienes asumen este alferado recién se sienten personas con derechos, porque han cumplido una obligación con la sociedad y la religión, y están  autorizados para sentarse en cualquiera de los cargos a disfrutar de la fiesta.
Desde el primer día, siete danzarines  recorren, al son de la música, las calles de Yukay, recogiendo las jurkas _colaboración de los pobladores consistente en cajas de cerveza, comidas y muchos productos-. Las jurkas son llevadas a la casa de los alferados para que éstos y todos sus cofrades e invitados disfruten de aquéllas durante  los días de fiesta.
Las misas de fiesta son sumamente pomposas  y celebradas en la bella Catedral del Valle Sagrado de los Inkas, luego de este acto litúrgico la gente suele encontrarse, al pie de los frondosos pisonaes, en las plazas contiguas del pueblo para disfrutar de las bebidas y potajes fuera de la casa de los carguyoqs.
Cierta vez la señora Margarita no tenia quien le recibiera el cargo de la Cruz de Cañibamba, para el próximo año. ¿Qué había pasado? La gente no tenia dinero para realizar el cargo al siguiente año puesto que había sufrido un ``paquetazo’’ (devaluación monetaria), lanzado por el gobierno contra el pueblo. Esta vez ya no había la cola de personas dispuestas a recibir el cargo; en  consecuencia la señora Margarita, en sus noches, muy desesperada comenzó a buscar mentalmente al próximo  ‘’recibiente’’, pero no había.  La misma situación  sucedía en el resto de los cargos. Finalmente la señora Margarita decidió el último día de la fiesta matar uno de de sus chanchos e invitar a sus amistades más cercanas y de esta manera tentar a una de ellas.
Allí hizo llover atenciones al profesor Clèber ¿por qué se había fijado en el profesor Clèber? Es que ella durante sus elucubraciones había pensado que era imposible que sus amistades reciban el cargo, pero el profesor se podría recibir por que era un yerno nuevo en Yukay, además  como maestro tenia un sueldo  y  de esta manera solventaría  el cargo al próximo  año.  Después de manducar opíparamente y beber gran cantidad de cerveza, a partir de las tres de la tarde todas las atenciones eran para el profesor, quien perfectamente se había dado cuenta de las intenciones de la señora Margarita, sin embargo, él buscaba un recurso para eludir el costoso compromiso, pero la mujer lo acosó para que reciba el cargo de Pentecostés.
A las cinco de la  tarde, la gente de Yukay se concentró en la puesta de la señora Margarita con la finalidad de hacer la despedida  a la cruz y luego llevarla a su sitio de origen. Las bandas de música  interpretaban diferentes melodías, los danzarines seguían bailando los hermosos waynos del lar.
Pese a que el profesor Clèber se encontraba borracho, no dejaba de analizar su situación. Decíase:_ si recibo el cargo ya no podré educar a mis hijos, tendré que enajenar mis pequeñas cosas, trabajar durante el año para hacer comer y beber a la gente durante tantos días.
De pronto, las amistades de doña Margarita comenzaron a ofrecer al profesor ayudarle cuando reciba el cargo, uno ofreció treinta cajas de cerveza, otro un torete de tres años y otro una orquesta durante tres días; hasta el más pobre se comprometió con el almuerzo para el día central. Clèber, con bromas y mil artificios, seguía eludiendo aceptar el compromiso; él pensaba que eran simplemente ofrecimientos pero ¿a la hora de los loros? Ñaka.
El resto de las cruces, de alguna manera, ya tenían sus recibientes menos la de Cañibamba. Por las  calles de Yukay recorrían los futuros alferados portando las bellas demandas seguidos del mar humano junto a las diferentes cruces. Finalmente en la casa de la señora Margarita, la gente a la fuerza intentó entregar la demanda al profesor Clèber, pero él aunque beodo tuvo el valor de ponerse de pie en medio de la multitud para decir:
-Señora Margarita, muchos gracias por su invitación, también muchas gracias por su ofrecimiento, señora linda me va disculpar, yo no soy creyente.
Al escuchar esto la gente iracunda, antes que concluyera de hablar el profesor, lo sacaron a empujones de la casa de la carguyoq de la cruz de Cañibamba.
Desde aquella oportunidad, el profesor Clèber ya no frecuenta a los carguyoqs y, no es bien visto por el pueblo yucavino.

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