sábado, 16 de junio de 2012




LOS AMORÍOS PROHIBIDOS DE LA PAVAMARIA Y PAUKAR 
En una comunidad solitaria del distrito de Qorqa de la provincia del Cusco, vivía una pareja de esposos, que se amaban entrañablemente. Ellos, después de contraer nupcias, se dedicaron a construir una meseta en las faldas de un cerro, luego a roturar tierras baldías, hacerlas fértiles y extender así su frontera agrícola. En la cabecera de estas propiedades construyeron un pequeño reservorio para juntar allí y aprovechar de mejor manera una porción de agua que brotaba de las entrañas de la tierra. Esta agua la decidieron  especialmente para uso personal. La que sobraba alcanzaba para regar algunos surcos de tierra. Por último adquirieron un pequeño rebaño de ovejas.
Un dia, el menos pensado, la señora Teodora alumbró mellizos: Un varoncito y una mujercita. La venida de estos niños, realmente, fue una carga para los esposos puesto que no estaban preparados para recibir dos niños, sino uno. Sin embargo, no tuvieron más remedio que afrontar la situación. En efecto la señora Teodora y don Gervasio  fueron resolviendo una a una las dificultades que se les iban presentando. Por ejemplo les prepararon  una sola cama para los dos mellizos, de modo que dormían juntos. La mamá los cargaba juntos en la espalda, en una hermosa manta que ella había tejido. Cuando aprendieron a comer, comían juntos de un solo plato de mote y papas que sus padres les alcanzaban. En esta forma aprendieron a realizar, siempre juntos, toda la actividad. Saturnino y Saturnina así presto aprendiendo a gatear y luego a caminar.
Las ovejas de la familia de don Gervasio se multiplicaron por ello necesitaban  de pastores que las cuidaran. Doña Teodora asumió  esta responsabilidad familiar; para el efecto ella solía arrearlas hacia las faldas de los cerros vecinos y allí las apacentaba, pero esta labor la cumplía cargado de sus vástagos… Así pasaron algunos años hasta que Saturnino y Saturnina  crecieron; entonces ellos se hicieron cargo de pastar el  rebaño de la familia. Marchaban diariamente, como lo habían aprendido con su madre, arreando sus ovejas hacia las faldas de los cerros, ayudados por sus perros pastores. Para alimentarse llevaban su fiambre consistente en papas sancochadas  y algunas porciones de mote. También diariamente los mellizos pastores se daban tiempo para jugar, entre ellos, junto con sus perros. Cuando se cansaban de jugar, solían dormir debajo de los árboles de keuña y chachacomo, los cuales les servían de machay (cobertizo).
Pasó el tiempo y los hermanos dejaron de ser niños, tomaron cuerpo, se hermosearon pero no tenían amigos, prácticamente, vivían solos en  aquellas solitarias zonas. Todo su mundo estaba constituido únicamente por sus padres, sus ovejas sus perros, su tierra… De pronto a Saturnina  comenzó  a crecerle el vientre y en los amaneceres vomitaba. Ella comprendió entonces que estaba embarazada _gestando_, y tuvo que decírselo a Saturnino:
_Saturnino, estoy en cinta. Ya no me viene mi regla. Al escuchar semejante noticia, Saturnino casi se desmaya y de inmediato preguntó:
_Ahora ¿qué hacemos?
Saturnina de momentos no supo qué responder. Pasaron los días y su  estado se hizo más notorio porque le aparecieron algunas manchas en la cara, su cuerpo comenzó a engrosársele, su vientre crecía y crecía muy rápidamente. Entonces se  le vino una idea a la cabeza, que se la comunicó a su hermano:
_Saturnino ¿Qué dirían nuestros padres al enterarse de nuestra situación? Por eso  lo mejor será que yo me fugue a  cualquier parte, para dar a luz en otro lugar, lejos de nuestra casa.
_Saturnina yo no puedo dejar que te vayas sola, sin mí, yo te amo, si  quieres fugarte, entonces nos fugaremos juntos.
_Pero, Saturnino amor mío, ¿Pero qué vamos hacer, pues? .
Así, después de dialogar largo rato, decidieron fugarse hacia la selva de Quillabamba.
Un día _después de mucho caminar llegaron a la profundidad de la selva. Se alojaron en la casa de unos castañeros y con ellos se dedicaron a cosechar castaña. Como los hermanos amantes eran originarios del ande, en la selva sudaban a raudales. Para colmo, al poco tiempo, a Saturnina le sobrevinieron los dolores de parto, se  pasaba noches enteras  quejándose, porque desgraciadamente en estos lugares carecían de comadronas. Saturnino la consolaba y le preparaba algunos mates de hierba. Para el dueño de casa la situación  de Saturnina se convirtió en una pesadilla puesto que él estaba acostumbrado a vivir tranquilo en el silencio de la selva. Mientras tanto en el hogar paterno, don Gervasio y Teodora ya se habían cansado de buscar a sus hijos por las zonas de Qorqa.
Por fin, después de un largo y doloroso sufrimiento, Saturnina alumbró una hermosa criatura pero que no era normal, era distinta, tenía una sola pierna y un solo pie. Saturnina al verla se aterrorizó. . Saturnino igualmente. Además sintieron vergüenza por lo que decidieron mudarse e internarse en las profundidades de la selva llevando a su hijo. Luego de caminar un largo trecho Saturnino le dijo a su hermana:
_Hermana y esposa mía, este es tu hijo nos va a traer problemas.
_ ¿Por qué?
_Porque, cuando  vean que nuestro hijo tiene solamente una pierna y un solo pie, la gente nos tendrá pena. Tú sabes, que hasta ahora nadie sabe que nuestro hijo tiene este defecto.
_ ¿Y qué piensas hacer?
_ ¿por qué no lo matamos?
_Matamos ¿dijiste? Le reprochó Saturnina llena de cólera.
_Si, esposa mía.
_Eso si que no puedo permitirlo. Así, con una sola pierna y un solo pie, es mi hijo, mi sangre. Aunque fuera un monstruo yo lo voy a criar.
Y así la mujer se negó rotundamente, sin embargo el marido seguía insistiendo en matar a su hijo.
Tras un larga caminata, encontraron un campamento abandonado en el camino. Después de un corto dialogó,  decidieron quedarse allí por algunos días. Saturnino durante su permanencia en este campamento siguió insistiendo en la idea de eliminar a su hijo hasta que por fin logró convencer a Saturnina. En cuanto su mujer aceptó Saturnino agarró un palo grueso, con  el que le dio un golpe mortal en la cabeza de la criatura. Pero inesperadamente se produjo un hecho prodigioso: El niño resucitó y comenzó  a volar. Su madre se convirtió en una  Pavamaria y su padre en un paukar y así volaron tras de su hijo.
Desde entonces, por castigo de los dioses, Pavamaria y Paukar andan para siempre por el monte peleándose entre ellos  buscando a su hijo.




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