LOS AMORÍOS PROHIBIDOS DE LA PAVAMARIA Y PAUKAR
En una comunidad solitaria del
distrito de Qorqa de la provincia del Cusco, vivía una pareja de esposos, que
se amaban entrañablemente. Ellos, después de contraer nupcias, se dedicaron a
construir una meseta en las faldas de un cerro, luego a roturar tierras
baldías, hacerlas fértiles y extender así su frontera agrícola. En la cabecera
de estas propiedades construyeron un pequeño reservorio para juntar allí y
aprovechar de mejor manera una porción de agua que brotaba de las entrañas de
la tierra. Esta agua la decidieron
especialmente para uso personal. La que sobraba alcanzaba para regar
algunos surcos de tierra. Por último adquirieron un pequeño rebaño de ovejas.
Un dia, el menos pensado, la
señora Teodora alumbró mellizos: Un varoncito y una mujercita. La venida de
estos niños, realmente, fue una carga para los esposos puesto que no estaban
preparados para recibir dos niños, sino uno. Sin embargo, no tuvieron más
remedio que afrontar la situación. En efecto la señora Teodora y don
Gervasio fueron resolviendo una a una
las dificultades que se les iban presentando. Por ejemplo les prepararon una sola cama para los dos mellizos, de modo
que dormían juntos. La mamá los cargaba juntos en la espalda, en una hermosa
manta que ella había tejido. Cuando aprendieron a comer, comían juntos de un
solo plato de mote y papas que sus padres les alcanzaban. En esta forma
aprendieron a realizar, siempre juntos, toda la actividad. Saturnino y
Saturnina así presto aprendiendo a gatear y luego a caminar.
Las ovejas de la familia de don
Gervasio se multiplicaron por ello necesitaban
de pastores que las cuidaran. Doña Teodora asumió esta responsabilidad familiar; para el efecto
ella solía arrearlas hacia las faldas de los cerros vecinos y allí las
apacentaba, pero esta labor la cumplía cargado de sus vástagos… Así pasaron algunos
años hasta que Saturnino y Saturnina
crecieron; entonces ellos se hicieron cargo de pastar el rebaño de la familia. Marchaban diariamente,
como lo habían aprendido con su madre, arreando sus ovejas hacia las faldas de
los cerros, ayudados por sus perros pastores. Para alimentarse llevaban su
fiambre consistente en papas sancochadas y algunas porciones de mote. También
diariamente los mellizos pastores se daban tiempo para jugar, entre ellos,
junto con sus perros. Cuando se cansaban de jugar, solían dormir debajo de los
árboles de keuña y chachacomo, los cuales les servían de machay (cobertizo).
Pasó el tiempo y los hermanos
dejaron de ser niños, tomaron cuerpo, se hermosearon pero no tenían amigos,
prácticamente, vivían solos en aquellas
solitarias zonas. Todo su mundo estaba constituido únicamente por sus padres,
sus ovejas sus perros, su tierra… De pronto a Saturnina comenzó
a crecerle el vientre y en los amaneceres vomitaba. Ella comprendió
entonces que estaba embarazada _gestando_, y tuvo que decírselo a Saturnino:
_Saturnino, estoy en cinta. Ya no
me viene mi regla. Al escuchar semejante noticia, Saturnino casi se desmaya y
de inmediato preguntó:
_Ahora ¿qué hacemos?
Saturnina de momentos no supo qué
responder. Pasaron los días y su estado
se hizo más notorio porque le aparecieron algunas manchas en la cara, su cuerpo
comenzó a engrosársele, su vientre crecía y crecía muy rápidamente. Entonces
se le vino una idea a la cabeza, que se
la comunicó a su hermano:
_Saturnino ¿Qué dirían nuestros
padres al enterarse de nuestra situación? Por eso lo mejor será que yo me fugue a cualquier parte, para dar a luz en otro
lugar, lejos de nuestra casa.
_Saturnina yo no puedo dejar que
te vayas sola, sin mí, yo te amo, si
quieres fugarte, entonces nos fugaremos juntos.
_Pero, Saturnino amor mío, ¿Pero qué
vamos hacer, pues? .
Así, después de dialogar largo
rato, decidieron fugarse hacia la selva de Quillabamba.
Un día _después de mucho caminar
llegaron a la profundidad de la selva. Se alojaron en la casa de unos
castañeros y con ellos se dedicaron a cosechar castaña. Como los hermanos
amantes eran originarios del ande, en la selva sudaban a raudales. Para colmo,
al poco tiempo, a Saturnina le sobrevinieron los dolores de parto, se pasaba noches enteras quejándose, porque desgraciadamente en estos
lugares carecían de comadronas. Saturnino la consolaba y le preparaba algunos
mates de hierba. Para el dueño de casa la situación de Saturnina se convirtió en una pesadilla
puesto que él estaba acostumbrado a vivir tranquilo en el silencio de la selva.
Mientras tanto en el hogar paterno, don Gervasio y Teodora ya se habían cansado
de buscar a sus hijos por las zonas de Qorqa.
Por fin, después de un largo y
doloroso sufrimiento, Saturnina alumbró una hermosa criatura pero que no era
normal, era distinta, tenía una sola pierna y un solo pie. Saturnina al verla
se aterrorizó. . Saturnino igualmente. Además sintieron vergüenza por lo que
decidieron mudarse e internarse en las profundidades de la selva llevando a su hijo.
Luego de caminar un largo trecho Saturnino le dijo a su hermana:
_Hermana y esposa mía, este es tu
hijo nos va a traer problemas.
_ ¿Por qué?
_Porque, cuando vean que nuestro hijo tiene solamente una
pierna y un solo pie, la gente nos tendrá pena. Tú sabes, que hasta ahora nadie
sabe que nuestro hijo tiene este defecto.
_ ¿Y qué piensas hacer?
_ ¿por qué no lo matamos?
_Matamos ¿dijiste? Le reprochó
Saturnina llena de cólera.
_Si, esposa mía.
_Eso si que no puedo permitirlo.
Así, con una sola pierna y un solo pie, es mi hijo, mi sangre. Aunque fuera un
monstruo yo lo voy a criar.
Y así la mujer se negó
rotundamente, sin embargo el marido seguía insistiendo en matar a su hijo.
Tras un larga caminata,
encontraron un campamento abandonado en el camino. Después de un corto
dialogó, decidieron quedarse allí por
algunos días. Saturnino durante su permanencia en este campamento siguió
insistiendo en la idea de eliminar a su hijo hasta que por fin logró convencer
a Saturnina. En cuanto su mujer aceptó Saturnino agarró un palo grueso,
con el que le dio un golpe mortal en la
cabeza de la criatura. Pero inesperadamente se produjo un hecho prodigioso: El
niño resucitó y comenzó a volar. Su
madre se convirtió en una Pavamaria y su
padre en un paukar y así volaron tras de su hijo.
Desde entonces, por castigo de
los dioses, Pavamaria y Paukar andan para siempre por el monte peleándose entre
ellos buscando a su hijo.

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