TAMPU, FUNDADOR DEL QOSQO.
Tampu,Maras y Maska eran
hijos del dios paqarina (origen). En su
infancia fueron criados por un par de
cóndores, un par de pumas y un par de amarus (serpientes).Por Tampu se
desvivieron los amarus, entregándole los agradables huevos de sus entrañas. Por Maras se prodigaron los
cóndores, entregándole las mejores y finas carnes traídas de todas partes del orbe. A Maska lo protegieron los pumas,
entregándole las ricas leches de todo sabor.
Entre los tres hermanos
no había comprensión. Cada uno tenía su carácter; por ejemplo Maska era por demás violento, como el puma. Maras
era abusivo. En cambio, Tampu era
paciente y perseverante. Por ende, con el tiempo, empezaron a distanciarse y a
vivir cada uno en sus dominios, y a su propio albedrío.
Un día, Maska comenzó a
construir, con sus propias manos, su palacio con paredes de piedras
ovaladas, de colores bellos, y con su
hermoso techo de ichu, color oro. En cambio, Maras comenzó a construir unas andenerías concéntricas para domesticar
las plantas más exóticas del mundo.
Tampu, como era paciente y perseverante, se dedicó a la crianza de
animales.
Cierta noche a Tampu, se
le presentó en su sueño el dios Sol y le dijo:
-Tampu, hijo del dios
paqarina, tú estás destinado a ser cabeza de un inmenso imperio, prepárate
para que partas al lugar destinado. Hoy te entrego esta herramienta
(chakitaqlla). Dónde vas a hundir esta
herramienta, ahí fundarás la capital del
futuro imperio.
Tampu, despertòse sobresaltado de su profundo sueño. De
inmediato comenzó a recordar los pasajes de la revelación. Cuando se levantó de su camastro, aprovechando la primera luz de la aurora, chocó sus ojos con una hermosa herramienta de pura
madera, soguillas de cuero reforzaban algunas partes de la chakitaqlla. El legendario personaje la agarró; luego besó la punta con devoción; acto seguido
decidió cumplir el mensaje que el dios Sol le había revelado.
Para partir, Tampu se
preparó, con muchos días de anticipación, para cumplir con la misión que el dios Sol le había predestinado. Él invitó
a mucha gente de sus dominios para
que le acompañaran en el cometido.
¡Ellos no se negaron!.
Cuando llego el momento
de partir, la gente lo aguardaba en la
puerta de su palacio. Tampu salió del
fondo de la habitación portando, en su hombro, la hermosa
herramienta. Cubría su espalda una manta larga. De color sangre. Calzaba unas ojotas
de cuero, exornado con soguillas finas de oro. Su tronco
cubría con una hermosa saya de color
manteca. Sobre ella colgaba, en el pecho, un bellísimo pectoral con la figura
del dios Sol. La gente, al mirarlo, como hechizados se prosternaron, y luego comenzaron a
rendirle pleitesía.
Pronto, la
expedición comenzó avanzar, cerraban fila los animales que había criado Tampu. Él, a los animales,
los había destinado para la carga de enseres. Luego, conforme a la necesidad, serian degollados
para la alimentación de los expedicionarios.
A la cabeza de la
expedición marchaba Tampu, con una
presencia impresionante. Después de un corto periplo, llegaron a la orilla de
un hermoso y cristalino rio. La comitiva después de rendir homenaje al rio, empezó a beber y
luego asearse. El legendario personaje determinó partir por la orilla, aguas
arriba. En consecuencia, había emoción en la gente. Lo bueno era que, en el
camino, la gente se iba adhiriendo a la
expedición; de esta manera la comitiva
creció. Pero, de súbito, emergió ante los ojos de los hombres una gigantesca montaña llena de vegetación.
Presto les cerró el camino. Entonces, divisaron que las aguas bajaban por un cañón muy estrecho. Tampu comenzó
a explotar la zona. Pero era
imposible proseguir con el viaje; por tanto, Tampu solicitó a sus dioses que le ayudaran a franquear la zona, puesto que la vegetación y las alimañas les estaban hostilizando. La noche se venia con sus
lóbregos y gigantes brazos.
Entonces, Tampu ordenó acampar en la
profundidad de la selva. La
comitiva empezó a buscar
lugares aparentes para descansar, principalmente debajo de los arboles coposos y en cuevas…
Al día siguiente, muy temprano, se levantó
Tampu, algo preocupado. De inmediato comenzó
a buscar un paso para proseguir con el
viaje, pero no lo encontró. Entonces, de
súbito, diviso que delante de él se encontraba un tronco viejo, debajo del monte. Tampu como se encontraba agotado
de tanto caminar buscando una vía,
se sentó encima del tronco carcomido: pero percibió que no era un tronco, sino una inmensa serpiente que empezó a desplazarse, montaña
arriba, abriendo un camino anchuroso con su escamosa piel ¿Acaso era el auxilió de los dioses?.
El predestinado, de inmediato se fue al
campamento. Después ordenó a los
expedicionarios para que lo sigan, pero
ya no por la orilla del rio, sino montaña arriba. La serpiente había
dejado una senda dentro de la tupida e impenetrable vegetación.
Cuando Tampu y su gente
llegaron a la cima de la montaña,
súbitamente apareció un ave de regular
tamaño, quien después de ponerse
encima de un gigante pedrón,
dijo:
-Oh legendario Tampu;
Estos frutos me envía (un grano de maíz
y una papa) el dios pachatusàn (sostenedor del universo). Estos frutos los multiplicarais, para que
luego sirvan de alimento a tus gobernados.
Después de hablar, el ave
comenzó a regurgitar dos frutos de su buche. Tampu los recogió con mucho cariño
y veneración. Mientras, el extraño pájaro desaparecía en el inmenso
sideral,. Pero, como ya era cerca de la noche,
los expedicionarios decidieron acampar.
Cuando los hombres
abrieron sus ojos a las primeras luces matinales, estaban rodeados por un grupo de hombres armados de palos. Tampu reconoció al jefe
de los guerreros, era su hermano
Maska, armado de una honda, makana
(porra) y un escudo. El legendario
hombre no lo quiso enfrentar, pero como Maska se había distinguido por
su belicosidad, de buenas a primeras
atacó a Tampu. La lucha había empezado… En primer lugar Tampu
comenzó a defenderse esquivando
los golpes de la porra… Los hombres que acompañaban a ambos personajes, se
paralizaron. Solamente atinaron observar
la lucha de dos titanes, aunque en
desigual condición de armas. Era difícil
preveer el desenlace, puesto que los dos eran hábiles en atacar y defenderse.
Por un descuido, con un
golpe demoledor de la chakitaqlla de
Tampu, Maska fue desarmado de su porra. El
perdedor, de inmediato recurrió a
su honda y a las piedras, pero Tampu,
con un salto felino encima de
Maska, neutralizó la utilización de esta arma letal, trabajándose en lucha
feroz, cuerpo a cuerpo.
Desde infantes, Maras y
Maska se habían confabulado contra Tampu y, fuera de agredirlo en muchas oportunidades, juraron ante sus
dioses matarlo; solamente porque de alguna manera, en vez de usar la fuerza bruta, solía utilizar el razonamiento para solucionar problemas.
Al informarse de la lucha
entre Maska y Tampu, de inmediato Maras comenzó
a buscar dentro un pedregal un
lito de regular tamaño, de forma redonda
y brillante, para lanzarla contra la
cabeza de Tampu. Cuando Maras disparó, con odio y fuerza, el proyectil cayó en
la cabeza de Maska, que se precipitó al
suelo por el impacto. Luego comenzó a
desbarrancarse desde la punta del cerro pinkulluna, produciendo
polvareda y ruidos de la naturaleza.
Maras se había
equivocado. Tampu comprendió perfectamente la situación. De inmediato
corrió al cadáver de Maska, para
quitarle la honda y defenderse del
ataque de Maras.
La guerra entre Tampu y
Maras había empezado. Tampu, desde la punta del cerro pinkulluna, atacaba…
Mientras que Maras, en la inmensa pampa
que lleva su nombre, seguía disparando proyectiles, cuyos sonidos eran
truenos y rayos. Los habitantes de ambos reinos se replegaron
a lugares estratégicos, para no ser alcanzados por las piedras.
De pronto, cayó un
proyectil a la cabeza de Maras. El
personaje se tumbó al suelo, luego no pudo levantarse. Corrió su esposa
para auxiliarle, pero era tarde porque daba
sus últimos estertores.
Tampu, después de vencer
a sus dos hermanos, bajó de la
cumbre del cerro pinkulluna. Luego de
refrescarse con las aguas de patakancha, se dirigió a las tierras de su hermano
Maska. Seguidamente sacó de su chuspa el
grano de maíz, después abrió con su chakitaqlla la tierra, pronunciando las siguientes
palabras al depositar el fruto de las deidades:
-Pachamama, diosa mía, en
recuerdo de mi hermano Maska de deposito
este grano. Yo sé que con tu aliento y
alimento, fructificará.
A continuación, Tampu fue
felicitado por toda la muchedumbre; súbitamente emergió dentro
del gentío la esposa de Maska,
quien también felicitó a Tampu y se comprometió a adherirse a la expedición. El héroe legendario escogió dentro la multitud a un varón y a una mujer, y luego habló:
-Uds. Se quedaran
acá, para que cuiden el fruto sagrado.
Luego lo harán multiplicar. Después lo
distribuirán a los jefes de familia, para que lo multipliquen por el mundo entero.
Tampu, después de curar
las heridas, resultado de la lucha cuerpo a cuerpo, determino proseguir con el viaje, llevando
siempre la chakitaqlla. El héroe y Urpi, esposa de
Maska, hacían una pareja ideal.
Durante la lucha, el legendario personaje había demostrado valentía y sabiduría, contra su hermano. Por consiguiente,
la gente depósito su fe ciega en Tampu. Se venía la noche, subiatamente
apareció, ante sus ojos, una nube espesa que comenzó a tomar forma humana. Tampu comprendió que era uno
de los dioses. Por tanto se prosternó humildemente. La gente también
imitó el gesto del personaje, presto se escuchó una voz que
dijo:
-¡Oh valeroso Tampu, soy
el dios Wanakaure (dios de la guerra).
Has pasado la prueba, eres valiente e
inteligente. Ahora te corono con esta maskaypacha (corona) como inka. Toma esta
makana (porra) y este escudo. ¡Con estas armas conquistarás más tierras para tus dominios!
Al día siguiente,
muy temprano, despertòse Tampu, después de haber recuperado tanta
energía que había perdido durante la
lucha. El personaje llevaba la makana y
la porra, pero la chakitaqlla entregó a
Urpi, que marchaba junto con él en lugar
preferente. Tampu determinó aparentarse
de las orillas del rio Wilkamayu, por consiguiente determino internarse por la
quebrada. (Cañón de Pachar actual). A la
cabeza siempre marchaban Tampu y Urpi, viuda de Maska. La legión había
aumentado porque parte de la tribu de los Maskas se había unido a la expedición. Presto
llegaron a la punta de una montaña. Tampu observó el panorama sorprendido por su belleza.
Emergieron a sus ojos dos hermosas lagunas,
circundadas por pequeños cerros.
Pensó que podría ser la capital del imperio que le había revelado el dios
sol.
El personaje empezó a
descender a pasos pargos: la cantidad de gente seguía tras de él
dejando un anchuroso camino por las pisadas. Pronto llegó a las tierras de su hermano Maras. El
personaje, después de llegar a Moray, sacó
de su piska la papa que le había
entregado el ave sagrada. Luego
Urpi depositó el fruto diciendo:
-Maras, hermano mío, en
memoria tuya estoy sembrando este
tubérculo, regalo de las deidades.
Igualmente, Tampu escogió
a una mujer y a un hombre, para que se queden y cuiden el fruto sagrado.
De pronto, apareció una
bellísima mujer ante sus ojos, Tampu, al mirarla, quedó impresionado, era la viuda de su hermano Maras, llamada
Kukuli, le brindó sus atenciones. Este hecho
le causó celos a Urpi. Kukuli, sin
pensar dos veces, se unió a la expedición. Cuando Tampu culminó de caminar por las tierras de Maras, se internó
en las pampas de Chinchero. Tampu, mentalmente,
comenzó a buscar un lugar adecuado para
hundir la punta de la chakitaqlla y de
esta manera cumplir con el mandato del
dios Sol.
Súbitamente, en el
corazón de Kukuli empezó a manar un desconocido e imparable amor hacia Tampu y, al mismo tiempo, celos,
porque Urpi se desvivía en atenciones al
personaje. Finalmente las esposas de Maska y Maras estaban enamoradas del legendario y simpático Tampu.
El legendario personaje,
muy cerca de las orillas de la laguna Piuray, se detuvo. Acto seguido ordenó a
los romeros para que se arrodillaran. El legendario se deshizo de la
porra y escudo, luego pidió a Urpi para que le entregue la
herramienta divina. Súbitamente, Urpi y
Kukuli se trabaron en una pelea por el corazón de Tampu frustrando, de esta
manera, la orden del dios Sol, que había encomendado al escogido Tampu, general valiente, para que
fundara la capital del futuro imperio.
La contienda culmino sin
que el triunfo favorezca a ninguna;
puesto que el cansancio se había apoderado
de ellas; por ende, lo que había crecido fue más el odio cerval entre ambas
mujeres. Pese a que tenían sus semblantes magullados y rasgados, los cabellos
desaliñados y sus vestidos hechos jirones, intentaban recuperar las
energías perdidas para proseguir con la pelea. No faltó un expedicionario que dijo:
-Señora ¿para qué van a
pelear nuevamente? Mejor compitan nadando, lanzándose a esta laguna. Quien
llega primero a la otra orilla, será la dueña del corazón de nuestro poderoso
Tampu.
La gente aceptó la
proposición. Las contendoras tampoco se
amilanaron y aceptaron el planteamiento. Enseguida comenzaron a prepararse para la competencia.
Al legendario Tampu, en
aquel momento, se le veía muy incomodó. La gente quería ver a las competidoras;
sin embargo se habían dividido en dos grupos. Cada bando apoyaba a su
simpatizante.
El dios Sol se encontraba
en el centro del universo, con la mirada hacia los expedicionarios.
Cuando las nadadoras estaban al medio de la laguna de Piuray, súbitamente Kukuli desapareció. Pero
súbitamente, de las profundidades de las
aguas, remolinando, emergió una hermosa avecilla quien, después que Urpi venció
en la competencia, se puso a la cabeza
para guiar a los expedicionarios.
Tampu y Urpi se habían
convertido en una pareja ideal. El legendario portaba su makana y escudo;
mientras que Urpi seguía cargando la herramienta de los dioses. Los hombres
empezaron a sesgar, la expedición se había consolidado y había crecido en número. Repentinamente,
después de un peregrino contemplaron un inmenso valle lleno de vegetación y animales. Los
expedicionarios, como hechizados, comenzaron a avanzar a pasos agigantados, con
la idea que ése era el final del viaje.
Cuando los romeros
llegaron a una hermosa y amplia pampa, muy cerca de un manante, la avecilla se posó
en la rama de una tayanka carcomida, y luego empezó a trinar. Tampu
comprendió que era el lugar escogido por el dios Sol. En consecuencia dejó sus ramas en un lugar, luego se quitó sus
ojotas para agradecer al dios Inti por la misión que le había
confiado. Seguidamente, el personaje solicitó a sus acompañantes para que se
pusieran a cierta distancia y se
postraran. La gente de inmediato obedeció. Luego empezaron también a quitarse
las ojotas… Tampu, antes de accionar con
la herramienta, pronunció las siguientes palabras, mirando al firmamento y horizonte:
-¡Oh, dios Sol! Quiero
cumplir con tu mandato. Yo sé que es el lugar escogido, así lo ha señalado
Kukuli, esposa de mi hermano Maras. Con tu ayuda gobernaré con mucho cariño a este pueblo.
Seguidamente, dio un
golpe fuerte con su pie en el pisador de
la chakitaqlla, hundiéndose la reja de madera en las profundidades de la
tierra. Los expedicionarios vieron que la chakitaqlla estaba bien plantada y
corrieron a felicitarlo por el
acontecimiento. El legendario se encontraba tan emocionado, que no podía
pronunciar más palabras… Tampu había
fundado el Qosqo, capital del imperio
del Tawantinsuyo.
Maras y Maska quedan en
el recuerdo. Sin embargo, sus pueblos siguen cultivando el maíz y la papa con
cariño y devoción.

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