lunes, 21 de mayo de 2012


TAMPU, FUNDADOR DEL QOSQO.
Tampu,Maras y Maska eran hijos del dios paqarina (origen). En  su infancia fueron criados  por un par de cóndores, un par de pumas y un par de amarus (serpientes).Por Tampu se desvivieron los amarus, entregándole los agradables huevos  de sus entrañas. Por Maras se prodigaron los cóndores, entregándole las mejores y finas carnes traídas de todas partes  del orbe. A Maska lo protegieron los pumas, entregándole las ricas leches de todo sabor.
Entre los tres hermanos no había comprensión. Cada uno tenía su carácter; por ejemplo Maska  era por demás violento, como el puma. Maras era abusivo. En cambio,  Tampu era paciente y perseverante. Por ende, con el tiempo, empezaron a distanciarse y a vivir cada uno en sus dominios, y a su propio albedrío.
Un día, Maska comenzó a construir, con  sus propias  manos, su palacio con paredes de piedras ovaladas, de colores  bellos, y con su hermoso techo de ichu, color oro. En cambio, Maras comenzó a construir  unas andenerías concéntricas para domesticar las plantas más exóticas  del mundo. Tampu, como  era paciente  y perseverante, se dedicó a la crianza de animales.
Cierta noche a Tampu, se le presentó en su sueño el dios Sol y le dijo:
-Tampu, hijo del dios paqarina, tú estás  destinado  a ser cabeza de un inmenso imperio, prepárate para que partas al lugar destinado. Hoy te entrego esta herramienta (chakitaqlla). Dónde vas a hundir  esta herramienta, ahí fundarás la capital  del futuro imperio.
Tampu, despertòse  sobresaltado de su profundo sueño. De inmediato  comenzó a recordar  los pasajes de la revelación. Cuando  se levantó de su camastro,  aprovechando la primera luz de la aurora, chocó  sus ojos con una hermosa herramienta de pura madera, soguillas de cuero reforzaban algunas partes  de la chakitaqlla. El legendario  personaje la agarró; luego  besó la punta con devoción; acto seguido decidió  cumplir  el mensaje que el dios Sol le había revelado.
Para partir, Tampu se preparó, con muchos días de anticipación, para cumplir con la misión  que el dios Sol le había predestinado. Él invitó a mucha gente de sus dominios  para que  le acompañaran en el cometido. ¡Ellos no se negaron!.
Cuando llego el momento de partir, la gente  lo aguardaba en la puerta de su palacio. Tampu  salió del fondo  de la habitación  portando, en su hombro, la hermosa herramienta. Cubría su espalda una manta larga. De color sangre. Calzaba  unas ojotas  de cuero, exornado con soguillas finas de oro. Su  tronco  cubría  con una hermosa saya de color manteca. Sobre ella colgaba, en el pecho, un bellísimo pectoral con la figura del dios Sol. La gente, al mirarlo, como hechizados  se prosternaron, y luego comenzaron a rendirle  pleitesía.
Pronto, la expedición  comenzó  avanzar, cerraban fila los animales  que había criado Tampu. Él, a los animales, los había destinado para la carga de enseres. Luego, conforme a  la necesidad, serian  degollados  para la alimentación de los expedicionarios.
A la cabeza de la expedición marchaba  Tampu, con una presencia impresionante. Después de un corto periplo, llegaron a la orilla de un hermoso y cristalino rio. La comitiva después de  rendir homenaje al rio, empezó a beber y luego asearse. El legendario personaje determinó partir por la orilla, aguas arriba. En consecuencia, había emoción en la gente. Lo bueno era que, en el camino, la gente se iba adhiriendo  a la expedición; de esta manera la comitiva  creció. Pero, de súbito,  emergió  ante los ojos de los hombres  una gigantesca montaña llena de vegetación. Presto les cerró el camino. Entonces, divisaron que las aguas  bajaban  por un cañón muy estrecho. Tampu  comenzó  a explotar  la zona. Pero era imposible  proseguir con el viaje;  por tanto, Tampu solicitó  a sus dioses que le ayudaran  a franquear la zona,  puesto que la vegetación y las alimañas  les estaban hostilizando.  La noche se venia  con sus  lóbregos  y gigantes brazos. Entonces, Tampu ordenó  acampar en la profundidad  de la selva. La comitiva  empezó  a buscar  lugares aparentes para descansar, principalmente  debajo de los arboles coposos y en cuevas…  
Al día  siguiente, muy temprano, se levantó Tampu,  algo preocupado. De inmediato comenzó a buscar un paso para  proseguir con el viaje, pero no lo encontró. Entonces, de  súbito, diviso que delante  de él  se encontraba un tronco viejo,  debajo del monte. Tampu  como se encontraba  agotado  de tanto caminar buscando una vía,  se sentó  encima  del tronco carcomido: pero percibió  que no era un tronco, sino una inmensa  serpiente que empezó a desplazarse, montaña arriba, abriendo un camino anchuroso con su escamosa  piel ¿Acaso era el auxilió de los dioses?.
El  predestinado, de inmediato se fue al campamento. Después ordenó  a los expedicionarios  para que lo sigan,  pero  ya no por la orilla del rio, sino montaña arriba. La serpiente había dejado una senda dentro de la tupida e impenetrable vegetación.
Cuando Tampu y su gente llegaron a la cima de la  montaña, súbitamente apareció un ave de regular  tamaño, quien después de ponerse  encima  de un gigante pedrón, dijo:
-Oh legendario Tampu; Estos  frutos me envía (un grano de maíz y una papa) el dios pachatusàn (sostenedor del universo).  Estos frutos los multiplicarais, para que luego sirvan de alimento a tus gobernados.
Después de hablar, el ave comenzó a regurgitar dos frutos de su buche. Tampu los recogió con mucho cariño y veneración. Mientras,  el  extraño pájaro desaparecía en el inmenso sideral,. Pero, como ya era cerca de la noche,  los expedicionarios decidieron acampar.
Cuando los hombres abrieron sus ojos a las primeras luces matinales,  estaban rodeados por un grupo de hombres  armados de palos. Tampu reconoció  al jefe  de los guerreros,  era su hermano Maska, armado de una honda,  makana (porra) y un escudo. El legendario  hombre no lo quiso enfrentar, pero como Maska se había distinguido por su belicosidad,  de buenas a primeras atacó a Tampu. La lucha había empezado… En primer  lugar Tampu  comenzó  a defenderse esquivando los golpes de la porra… Los hombres que acompañaban a ambos personajes, se paralizaron. Solamente  atinaron observar la lucha de dos titanes,  aunque en desigual condición de armas. Era  difícil preveer el desenlace, puesto que los dos eran hábiles en atacar y defenderse.
Por un descuido, con un golpe demoledor  de la chakitaqlla de Tampu, Maska fue desarmado de su porra. El  perdedor,  de inmediato recurrió a su honda y a las piedras, pero Tampu,  con un salto felino encima  de Maska, neutralizó la utilización de esta arma letal, trabajándose en lucha feroz, cuerpo a cuerpo.
Desde infantes, Maras y Maska se habían confabulado contra Tampu y, fuera de agredirlo  en muchas oportunidades, juraron ante sus dioses matarlo; solamente porque de alguna manera, en  vez de usar la fuerza bruta, solía  utilizar el razonamiento para solucionar  problemas.
Al informarse de la lucha entre Maska y Tampu, de inmediato Maras comenzó  a buscar  dentro un pedregal un lito  de regular tamaño, de forma redonda y brillante,  para lanzarla contra la cabeza de Tampu. Cuando Maras disparó, con odio y fuerza, el proyectil cayó en la cabeza de Maska,  que se precipitó al suelo por el impacto. Luego  comenzó  a  desbarrancarse desde la punta del cerro pinkulluna, produciendo polvareda y ruidos de la naturaleza.  
Maras se había equivocado.  Tampu comprendió  perfectamente la situación. De inmediato corrió  al cadáver de Maska, para quitarle la honda  y defenderse del ataque de Maras.
La guerra entre Tampu y Maras había empezado. Tampu, desde la punta del cerro pinkulluna, atacaba… Mientras que  Maras, en la inmensa pampa que lleva su nombre, seguía disparando proyectiles, cuyos sonidos eran truenos  y rayos.  Los habitantes de ambos reinos se replegaron a lugares estratégicos, para no ser alcanzados por las piedras.
De pronto, cayó un proyectil a la cabeza de Maras. El  personaje se tumbó al suelo, luego no pudo levantarse. Corrió su esposa para auxiliarle, pero era tarde porque daba  sus últimos  estertores.
Tampu, después de vencer a sus dos hermanos, bajó  de la cumbre  del cerro pinkulluna. Luego de refrescarse con las aguas de patakancha, se dirigió a las tierras de su hermano Maska. Seguidamente sacó  de su chuspa el grano de maíz, después abrió  con su  chakitaqlla la tierra, pronunciando las siguientes palabras al depositar el fruto de las deidades:
-Pachamama, diosa mía, en recuerdo de mi hermano Maska  de deposito este grano. Yo sé que con tu aliento  y alimento, fructificará.
A continuación, Tampu fue felicitado por toda la muchedumbre; súbitamente emergió  dentro  del gentío  la esposa de Maska, quien también felicitó a Tampu y se comprometió a adherirse  a la expedición. El héroe  legendario escogió dentro  la multitud a un varón  y a una mujer, y luego habló:
-Uds. Se quedaran acá,  para que cuiden el fruto sagrado. Luego  lo harán multiplicar. Después lo distribuirán a los jefes de familia, para que lo multipliquen  por el mundo entero.
Tampu, después de curar las heridas, resultado de la lucha cuerpo a cuerpo,  determino proseguir con el viaje, llevando siempre la chakitaqlla.  El héroe y Urpi,  esposa de  Maska, hacían una pareja ideal.  Durante la lucha, el legendario personaje  había demostrado valentía  y sabiduría, contra su hermano. Por consiguiente, la gente depósito su fe ciega en Tampu. Se venía la noche, subiatamente apareció, ante sus ojos, una nube espesa que comenzó a tomar forma  humana. Tampu comprendió  que era uno  de los dioses. Por tanto se prosternó humildemente. La gente también imitó el  gesto  del personaje, presto se escuchó una voz que dijo: 
-¡Oh valeroso Tampu, soy el dios  Wanakaure (dios de la guerra). Has pasado  la prueba, eres valiente e inteligente. Ahora te corono con esta maskaypacha (corona) como inka. Toma esta makana (porra) y este escudo. ¡Con estas armas conquistarás más  tierras para tus dominios!
Al día siguiente, muy  temprano, despertòse  Tampu, después de haber recuperado tanta energía que había perdido  durante la lucha. El personaje llevaba  la makana y la porra, pero la chakitaqlla entregó  a Urpi, que marchaba junto con él  en lugar preferente. Tampu determinó  aparentarse de las orillas del rio Wilkamayu, por consiguiente determino internarse por la quebrada. (Cañón  de Pachar actual). A la cabeza siempre marchaban Tampu y Urpi, viuda de Maska. La legión había aumentado  porque parte de la tribu  de los Maskas se  había unido a la expedición. Presto llegaron  a la punta  de una montaña. Tampu observó  el panorama sorprendido por su belleza. Emergieron a sus ojos dos hermosas lagunas,  circundadas por pequeños  cerros. Pensó  que podría ser la capital  del imperio que le había revelado el dios sol.
El personaje empezó a descender a pasos pargos: la cantidad de gente seguía  tras de él  dejando un anchuroso camino por las pisadas. Pronto llegó  a las tierras de su hermano Maras. El personaje, después de llegar a Moray, sacó  de su piska la papa que le había  entregado el ave sagrada. Luego  Urpi  depositó  el fruto diciendo:
-Maras, hermano mío, en memoria tuya estoy sembrando  este tubérculo, regalo de las deidades.
Igualmente, Tampu escogió a una mujer y a un hombre, para que se queden y cuiden el fruto sagrado.
De pronto, apareció una bellísima mujer ante sus ojos, Tampu, al mirarla, quedó impresionado, era  la viuda de su hermano Maras, llamada Kukuli,  le brindó sus atenciones. Este hecho le causó  celos a Urpi. Kukuli, sin pensar dos veces, se unió a la expedición. Cuando Tampu culminó de  caminar por las tierras de Maras,  se internó  en las  pampas  de Chinchero. Tampu, mentalmente, comenzó  a buscar un lugar adecuado para hundir  la punta de la chakitaqlla y de esta manera cumplir con el mandato  del dios Sol.
Súbitamente, en el corazón de Kukuli empezó a manar un desconocido e imparable  amor hacia Tampu y, al mismo tiempo, celos, porque  Urpi se desvivía en atenciones al personaje. Finalmente las esposas de Maska y Maras estaban  enamoradas del legendario y simpático  Tampu.
El legendario personaje, muy cerca de las orillas de la laguna Piuray, se detuvo. Acto seguido ordenó a los romeros para que se arrodillaran. El legendario se  deshizo de la  porra y escudo, luego pidió a Urpi para que le entregue la herramienta  divina. Súbitamente, Urpi y Kukuli se trabaron en una pelea por el corazón de Tampu frustrando, de esta manera,  la orden  del dios Sol, que había encomendado  al escogido Tampu, general valiente, para que fundara la capital del futuro imperio.
La contienda culmino sin que el triunfo  favorezca a ninguna; puesto que el cansancio se había apoderado  de ellas; por ende, lo que había crecido fue más el odio cerval entre ambas mujeres. Pese a que tenían sus semblantes magullados y rasgados, los cabellos desaliñados y sus vestidos hechos jirones, intentaban recuperar las energías  perdidas  para proseguir con la pelea. No  faltó un expedicionario que dijo:
-Señora ¿para qué van a pelear nuevamente? Mejor compitan nadando, lanzándose a esta laguna. Quien llega primero a la otra orilla, será la dueña del corazón de nuestro poderoso Tampu.
La gente aceptó la proposición. Las contendoras  tampoco se amilanaron y aceptaron el planteamiento. Enseguida comenzaron  a prepararse para la competencia.
Al legendario Tampu, en aquel momento, se le veía muy incomodó. La gente quería ver a las competidoras; sin embargo se habían dividido en dos grupos. Cada bando apoyaba a su simpatizante.
El dios Sol se encontraba en el centro del universo, con la mirada hacia los expedicionarios.
Cuando las nadadoras  estaban al medio de la laguna de Piuray,  súbitamente Kukuli desapareció. Pero súbitamente, de las profundidades  de las aguas, remolinando, emergió una hermosa avecilla quien, después que Urpi venció en la competencia,  se puso a la cabeza para guiar  a los expedicionarios.
Tampu y Urpi se habían convertido en una pareja ideal. El legendario portaba su makana y escudo; mientras que Urpi seguía cargando la herramienta de los dioses. Los hombres empezaron a sesgar, la expedición se había consolidado  y había crecido en número. Repentinamente, después  de un peregrino  contemplaron un inmenso  valle lleno de vegetación y animales. Los expedicionarios, como hechizados, comenzaron a avanzar a pasos agigantados, con la idea que ése  era el final  del viaje.
Cuando los romeros llegaron a una hermosa y amplia pampa, muy cerca de un manante, la avecilla se posó en la rama de una tayanka carcomida, y luego empezó a trinar. Tampu comprendió  que era el lugar escogido  por el dios Sol. En  consecuencia dejó  sus ramas en un lugar, luego se quitó sus ojotas  para agradecer al  dios Inti por la misión que le había confiado. Seguidamente, el personaje solicitó a sus acompañantes para que se pusieran a cierta distancia  y se postraran. La gente de inmediato obedeció. Luego empezaron también a quitarse las ojotas… Tampu, antes de accionar  con la herramienta,  pronunció las siguientes  palabras, mirando al firmamento y horizonte:
-¡Oh, dios Sol! Quiero cumplir con tu mandato. Yo sé que es el lugar escogido, así lo ha señalado Kukuli, esposa de mi hermano Maras. Con tu ayuda gobernaré  con mucho cariño  a este pueblo.
Seguidamente, dio un golpe fuerte con su pie en el pisador  de la chakitaqlla, hundiéndose la reja de madera en las profundidades de la tierra. Los expedicionarios vieron que la chakitaqlla estaba bien plantada y corrieron  a felicitarlo por el acontecimiento. El legendario se encontraba tan emocionado, que no podía pronunciar más palabras… Tampu  había fundado  el Qosqo, capital del imperio del Tawantinsuyo.
Maras y Maska quedan en el recuerdo. Sin embargo, sus pueblos siguen cultivando el maíz y la papa con cariño y devoción.


No hay comentarios:

Publicar un comentario