LA AGONÍA DEL ANCIANO YACHACHIN
El anciano Yachachin (enseñante o maestro), había llegado al
ocaso de su existencia. Sentía la salud resquebrajada, casi no sentía hambre,
ni tampoco sed. Con las justas caminaba apoyándose en un cayado de waranway.
Con las justas caminaba apoyándose en un cayado de waranway. Su cuerpo se había encorvado mucho. Arrastraba los
pies. Pedía a la parca que venga de una vez a recogerlo para descansar
definitivamente.
Yachachin había visto con sus propios ojos el gobierno de
muchos inkas en el imperio del Tawantinsuyo. Por eso los amutas (maestros) del Yachaywasi (escuela imperial) solían
enviar a sus alumnos a Yachachin para
que les cuente las historias más importantes del imperio inka.
Yachachin, en su infancia
fue soldado del inka Pachakuteq. ¿Y cómo era la figura del sabio
Yachachin? Él tenía la tez cobriza, dura
y apagada. De su largo mentón colgaban
ralas barbas, que asemejaban un haz de ichu de las altas montañas. Sus
ojos eran dos gemas hundidas b en laguna de experiencia.
Su cabeza la cubría con un poco de
salvajina. Sus pies semejaban dos rocas
gruesas. Sus manos dos troncos de lloque. Su rústico cuerpo lo cubría un
hermoso poncho de color nogal.
En cierta ocasión, un grupo de jóvenes llegaron a la casa
del anciano, que se encontraba
apoltronado en una rústica silla de chachacomo; un cuero de llama cubría el
asiento; otro cuero daba calor a sus pies.
Uno de los visitantes, saludándole respetuosamente, le dijo:
_Maestro, sabemos que conoces la gloriosa historia de
nuestro pueblo, por eso venimos del Yachaywasi para que nos relates algo de
nuestro pasado.
El anciano se incomodó
al ver que sus visitantes estaban de pe. Así que les dijo como voz
amable:
_Jóvenes no es cómoda mi casa, pero, por favor,
siéntense encima de esos cueros.
_Gracias maestro _dijeron a voz unísona _ y se acomodaron en
asiento del viejo chuchao, en el corredor. Después que los estudiantes se
acomodaron, el anciano dijo:
_¿Qué historia quieren que les cuente?
_Un joven le dijo,
con voz sencilla:
_Maestro ¿Qué parte de la historia de nuestro querido
imperio es la más importante?
_Ah la pregunta es
muy complicada, todos los soberanos han
tenido virtudes y defectos, pero a mi manera de entender lo más
importantes es el reinado de nuestro glorioso
Pachakutec.
_Esta bien _ dijeron los mancebos.
_Pero es tan amplio y complicado el reinado del glorioso
Pachakuteq; por que fue un gran estraga militar, político, estadista, y sobre
todo un gran visionario que transformó la sociedad inka.
_¿Cómo es eso maestro? Preguntó uno de los jóvenes.
Yachachin, después de respirar profundamente, con cierta dificultad, dijo:
_Gracias al gran Pachakuteq, el imperio del Tawantinsuyo
existe.
_¿Por qué? ¿Cómo es eso maestro? Queremos que nos explique.
Yachachin los miro con ojos cansados, luego dijo:
_Un día, que la historia sabe, los chankas estuvieron
por apoderarse del Qosqo.
_Maestro por favor explíquenos este pasaje de la historia.
_Está bien _dijo el anciano.
_Una noche, el dios Sol _se presentó en sueños al glorioso Pachakuteq, en un lugar
denominado Ch’itapampa _en Q’orao_, y
le dijo: ¡Pachakuteq, hijo mío, despierta, levántate, pues el Qosqo está en peligro de ser tomada
por los Chankas. Ve, yo te ayudaré, y las piedras del imperio de convertirán en
tus soldados! Pachakuteq despertó
sobresaltado de su profundo sueño y,
después de vestirse, de
inmediato se dirigió a la ciudad del
Qosqo. Cuando Pachakuteq llegó, encontró totalmente desguarnecida la ciudad,
porque su hermano mayor, llamado, Uno Urqo, había abandonado el gobierno por
miedo a los invasores. El glorioso Pachakuteq, sin vacilar, asumió la
conducción del imperio y llamó al pueblo
para defender la sagrada tierra.
_Maestro ¿Cómo preparó Pachakuteq a su ejército? _preguntó
uno de los célibes.
_En primer lugar envió espías para informarse del tamaño del
ejército enemigo, de sus armas y
vituallas. Seguidamente, declaró el servicio militar obligatorio para los
jóvenes, mujeres y varones, sin distinción. Luego envió emisarios a las lejanas
provincias para que se incorporasen a la lucha. Por último, seleccionó a los
jefes de los batallones, nombrando a los militares más destacados del ejército de su hermano.
_ ¿Qué más hizo,
maestro? _dijo uno de los oyentes.
_Un ejercito de
niños, dividido en varios batallones, empezó a juntar piedras redondas, para
que sirvan como proyectiles de hondas y colocaron grandes pedrones en lugares
estratégicos, donde podrían soltar
galgas con dirección a los Chankas. Un ejército de mujeres comenzó a
fabricar armas: cascos, escudos, porras y tejieron las temidas hondas para
combatir a los invasores. Los soldados cavaron grandes y profundos fosos en las
laderas dl cerro Karmenka _que era el lugar apropiado para que ingresen los
Chankas al Qosqo_. Los ancianos aguzaron, con cuchillos, puntas de palos de
Waranway, lloque, chachacomo para que sirvan a los soldados como armas
arrojadizas.
El anciano, antes de continuar con el relato, sacó de su
chuspa una porción de coca. Luego de ofrendar a los dioses, con una oración
silenciosa y soplo, introdujo en su boca unas cuantas hojas ovaladas y
enteras; y las masticó.
_Después llegaron los soldados del Antisuyo, cargados de
flechas, vestidos a la usanza de los
chunchos, bajo el mando del capitán Ollanta. Ellos marcharon al encuentro de
Pachakuteq para recibir sus órdenes. Después llegaron los soldados de kanchis y
de Kanas, bajo el mando del capitán Rumiqolqa, armados de los temibles liwis
(armas con tres puntas de piedras amarradas a una soga); por último, llegaron
los ejércitos de Paruro, Acomayo y Chumbivilcas portando sus warakas, bajo el
mando del capitán Ankasruna. Los hombres del valle de Yukay, que se habían incorporado durante los
primeros días, trajeron grandes cantidades de maíz para la despensa de la
tropa.
_Y después: ¿Qué pasó, maestro?, _Preguntaron.
Yachachin tras
respirar con cierta nostalgia dijo_
_Pachakuteq ordenó a
los ejércitos que marcharan a diferentes
lugares y se entrenaran. Los antisuyanos partieron a la explanada de Saqsayhuaman, en ese lugar, bajo
el mando del capitán Ollanta, dispararon
las flechas a una distancia de 80 a 100 metros. A esta especialidad se
incorporaron los hombres de Yukay, Paukartambo, Quispicanchi. Los soldados que
se iban distinguiendo en los disparos fueron nombrados jefes de batallones y
destacamentos.
De pronto una tos seca cortó la explicación del maestro
Yachachin.
_Van a disculparme _dijo el anciano, luego continuó:
_Los soldados Kanas y Kanchis marcharon hacia la pampa de
Wankaro, allí entrenaron lanzando piedras a mucha distancia. Los hombres de Parueo, Chumbivilcas y Acomayo
fueron a las pampas de Marcavalle donde se entrenaron en lucha cuerpo a cuerpo,
con liwis, porras y escudos. Las mujeres, bajo el mando de Mama Anawarke y
Chañan Cury y Coca, se incorporaron a la lucha en el sector de Ttio.
_Y Después, preguntaron, totalmente interesados.
_Los espías informaron a Pachakuteq que venían más de
cuarenta mil enemigos. El inka ordenó a un batallón de galgueros para que
marcharan al cañón de Limatambo y atacaran a los invasores.
_¿Qué sucedió?
_Movilizó a todo su ejercito con dirección a Karmenka.
De pronto el anciano cerró
los ojos. Los estudiantes, alarmados, se levantaron para auxiliarlo, pero nada
pudieron hacer. El gran maestro Yachachin daba sus últimos estertores

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