jueves, 31 de mayo de 2012


EL COLGADO
Pachakuteq fue el estadista más grande que tuvo el imperio de los inkas. Antes  que se coronara como soberano, la sociedad se hallaba en una etapa de descomposición.
¡Para el monarca  fue un gran desafío  salvar a tan grande sociedad!
Desde su infancia, el inka Pachakuteq fue un gran visionario. Se había formado para trasformar la sociedad. Durante su reinado incorporó a sus dominios, violenta o pacíficamente, a muchos pueblos vecinos. Si es que no podía realizarlo por estos dos medios, utilizaba un tercer sistema, llamado de mitimaes, o traslado forzoso  de poblaciones enteras  de un lugar a otro.
El gran Pachakuteq, después de vencer a sus adversarios les ofrecía la paz, luego les entregaba productos de primera necesidad, especialmente alimentos; seguidamente les proporcionaba  vestidos ala usanza  del Tawantinsuyo. Después de esta labor de conciliación, el inka  se dedicaba a organizarlos dentro del sistema inkaiko, pero respetando sus gobierno. Posteriormente se dedicaba a realizar las obras fundamentales como apertura  de caminos, acequias, etc.
El inka  estaba informado sobre el estado  de los trabajos que se estaban realizando a lo largo y ancho del imperio. Esta información se la proporcionaban las propias autoridades locales y los tukuyrikuq (espías) que recorrían el imperio clandestinamente. El soberano tenía por costumbre llegar sorpresivamente a los pueblos o  comunidades que tenían problemas y daba soluciones  en el lugar de los hechos. Los tukuyrikuq eran gente seleccionada  del imperio que, durante un tiempo, recibía adiestramiento y preparación en centros especiales.
El primer problema  que afronto el gran estadista fue contra la casta sacerdotal del Cusco, que tenia un gran poder político, poseía muchas propiedades y riquezas, y tenia enorme influencia en las decisiones del gobierno.
¿Qué hizo el inka? Construyó nuevos santuarios en Pachakamaq y Pariacaca con el fin de descentralizar el poder religioso y, de esta manera, debilitar el control de la casta  sacerdotal.
Cierto día, el inka llegó sorpresivamente al  valle de Yukay, pues tenia informes que el Kuraka de ese lugar se había dedicado a holgazanear  y enriquecerse  con las tierras del sol y del inka. Para no alarmar a los pobladores, el inka envió a un grupo de personas  para que investiguen la situación del Kuraka, mientras  que él proseguía hacia la zona de Ollantaytambo, donde inspeccionaría algunas obras.
El inka Pachakuteq hizo construir las fortalezas de Saqsaywaman, Machupiqchu, Ollantaytambo, Así  como abrir los cuatro caminos que conducían a los suyos  en que había dividido el territorio para su mejor administración.
Cuando el soberano retornó  a Yukay, llamó de inmediato a los investigadores para que le informen  pormenorizadamente  sobre la situación  del Kuraka. Después convocó  a los súbditos del lugar para que lo juzguen.
La tarea del Kuraka  de Yukay fue hacer trasladar pedrones de la zona de Cachikata (cantera de Ollantaytambo) hasta Yukay para emplearlas en la canalización del rio Wilkamayu. Además  del incumplimiento, el Kuraka se había apoderado de las cosechas  de algunas tierras del inka y del dios Sol. El Kuraka era pariente consanguíneo  con el inka, por eso él le había encomendado estos urgentes  trabajos en la zona de Yukay.
Cuando concluyó el juzgamiento y se iba dictar sentencia, el Kuraka se postra a los pies del monarca, llorando y pidiendo clemencia, a la vez que trataba de justificar su conducta con mentiras. Al ver esta actitud, el emperador se encolerizó. De su boca salió como un fuego la siguiente  sentencia: ¡Ama llulla, Ama sua, Ama quella¡ (No seas mentiroso, no seas ladrón, no seas ocioso). Desde aquella oportunidad, estas frases se han convertido en ley  en el ámbito del imperio   del Tawantinsuyo.
Después, el soberano ordeno que el Kuraka sea colgado, en un lugar aparente, para que sirva de ejemplo a todos los habitantes del imperio.
El Kuraka fue conducido frente al pueblo de Wayllabamaba, después lo subieron al cerro Wayrawasi y, en un lugar aparente, junto al rio Wilkamayu, en un lugar del camino  que conduce hacia Urubamba Kalka, fue colgado del cuello con un dogal.
Desde esa época  este cerro se conoce como Wayoqollo, que significa: eliminación  por colgadura.             

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