EPOPEYA DE LOS DIOSES
ANDINOS
En tiempos remotos, los chunguinos vivían felices. Todos
trabajaban y podían alimentarse sin
dificultades. Pero, con el paso del tiempo, todo cambia y nada es igual.
De la misma comunidad surgieron unos
hombres que aprovechándose de los cargos que la comunidad les había conferido,
empezaron a apropiarse de las mejores tierras, ganados y frutos. Así, en
contados años, se convirtieron también en dueños de los hombres. Día a día el pueblo se vio encadenado a estos malvados,
ya sea como esclavos, pagándoles tributos o trabajando día y noche en sus tierras.
Muchos caían agobiados por el hambre y el cansancio; otros, al no poder
aguantar, se fugaban a lugares lejanos para vivir algunos días, más.
Hasta que llegó un día en que, por la misma necesidad,
surgió de las entrañas del pueblo un hombre llamado Pukutuy, que empezó a
organizarlos para rebelarse contra los explotadores. Pukutuy, era un hombre
inteligente, lleno de coraje, así que después de organizarlos, comenzó a
instruirlos y prepararlos para el levantamiento. Por otro lado surgió
igualmente una mujer llamada Rumy. Ella
era de armas tomar y de inmediato se unió a los ideales Pukutuy. Los dos
formaron una pareja ideal, que en pocos
días levantaron al pueblo como una tempestad y después de algunas luchas se posesionaron de varios puntos estratégicos. La guerra se
había declarado. Como parte de la
ofensiva, los esclavos empezaron a soltar
sobre las viviendas de los
patrones, galgas forradas con fuego. En poco tiempo los señoríos respondieron con crueldad, desarrollándose
una lucha sin cuartel.
Por necesidad de triunfo, los señoríos de Qhanchi se unieron a los de Maramara y
Tocsopampa. Juntando sus fuerzas
persiguieron a los cabecillas del levantamiento y con sus soldados
mercenarios diezmaron a los combatientes
populares. En esta desigual lucha el ejército mercenario empezó a arrasar con
todo lo que encontraba, sin perdonar ni a las mujeres ni a los niños. Combatían
con tanta crueldad que con hachas mutilaban los brazos y cortaban los
dedos de
los pies contra el suelo. Arrancaban lenguas y ojos, extirpaban corazones para realizar oblaciones a sus
dioses. Finalmente, cortaban cabezas indiscriminadamente.
Cuando Pukutuy se convenció que la balanza de la guerra no
se inclinaba a su favor, se fue a las selvas
de Chinchibamba a buscar refuerzos. Rumy se encaminó a Airabamba co el
mismo objetivo. Cuando congregó gran
cantidad de campas los instruyó, les explico las causas de su rebelión y los
militarizó de acuerdo a las características de lucha andina que se producía en Chungui. En estas
circunstancias, surgió una enfermedad desconocida, cuyo efecto fue atroz:
Sufrían grandes dolores de cabeza y luego empezaban a temblar. Mientras tanto
Rumy cruzaba, disfrazada, un pueblo cuando fue traicionada por uno de sus
confidentes que la entregó al señorío de
Qhanchi. Durante todo el recorrido hasta
Chungui la fueron castigando para que confiese el paradero de sus marido y tan fuerte que la golpiza que
la hicieron abortar un puma, que era el hijo del gran Pukutuy. Este comenzó a
bramar y con cada grito que daba creaba
un color de arco iris, hasta que cayó muerto. Los torturadores sintieron
gran temor y desaparecieron. Rumy, al ver muerto a su cachorro, lo
abrazó, cargándolo sobre sus espaldas, caminó para cruzar la cordillera y alcanzar a su esposo que estaba en la
selva.
Los soldados de
Pukutuy no podían soportar los
espantosos dolores e cabeza que les producía la extraña enfermedad. Caminaban en zigzag por la
tembladera de sus cuerpos y al final,
caían en los abismos insondables. En tanto, la pobre Rumy sangrante y
agonizante, seguía escalando la montaña con el propósito de ver aunque sea por
última vez a su adorado esposo. Para su mala suerte fue avistada por sus
enemigos que empezaron a dispararle con
sus hondas de guerra. Cuando la mujer
estaba a punto de culminar la alta montaña, Un proyectil golpeó su cabeza y la hizo caer al suelo
gritando ¡Pukutuuuuy!.
Al escuchar el llamado de su amada, el valiente guerrero
corrió a auxiliarla, pero como también
se había contagiado de la enfermedad que asolaba a sus soldados, antes de alcanzar la cumbre
de la montaña cayó a un abismo, gritando: ¡Ruuuuumy! Las dos voces chocaron en
el cielo, produciendo vientos huracanados y descargando granizo, lluvia y
nieve. L a tierra comenzó a anegarse y los
señoríos a inundarse, ahogando a los hombres
que allí Vivian, salvo aquéllos que por haber sido despojados de sus tierras, vivían ahora en
las alturas.
Después de muchos años, la tierra, tiritando de frío, mostró
su rostro abrupto al cielo, y de sus raíces hizo surgir dos gigantescas
piedras. Una está en Chungui y tiene forma de mujer. Hoy se le conoce como
viuda Rumy y representa a la fémina chunguina,
símbolo del coraje y la viudez. La otra es una piedra imantada, con la forma de
un hombre. Se ubica sobre la punta de un cerro, en la selva de chichibamba.
Representa el hombre chunguino, símbolo de guerra y trabajo que hoy llamamos
Pukutuy.

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