
Sunt’u es una montaña elevadísima de Wayllabamba, la única del valle del Vilcanota que siempre esta cubierta de nieve y en cuyos gigantescos riscos cruzan los vientos gélidos. Está cubierta de brumas espesas, sólo el ichu crece en sus laderas, las brisas silban en sus cuevas impenetrables y enigmáticas. Los ojos humanos se pierden en la contemplación del lomo del monstruo gigante, desde donde se percibe la inmensidad del espacio.
Esta montaña de piedra, cubierta de nieves perpetuas, mira hacia Wayoqhari. En sus faldas existen tres misteriosas lagunas que emiten ruidos extraños. A sus espaldas hay pequeñas lagunillas llenas de algas gigantes, especies exóticas, guijarros verdosos y filudos que parecen ser guardianes que, con mirada penetrante, hacen desistir a cualquier humano que se atreva a escalar la montaña.
Cuentan los antiguos wayoqharis que en la primera etapa de formación del mundo, en tiempos remotísimos, cuando Urubamba, Kalka y otros lugares aún no existían, la tierra fue cubierta por torrentes de lluvias que produjeron fuertes aluviones y grandes movimientos terráqueos; en esa época los valles empezaron a formarse.
El dios Wayoqhari envió una pareja de aves gigantes. El macho tenía el cuello cubierto de cintas blancas. Su inmenso buche estaba repleto de semillas masculinas. Su compañera tenía rasgos delicados, pintada con chispas del arco iris y llevaba semillas femeninas.
La pareja de aves salió de una cueva enigmática para cumplir la orden que les dio Wayoqhari. Primeramente hicieron caer un par de grano de maíz blanco en Urquillos. En Kalka lanzaron granos de maíz amarillo. En Paucartambo arrojaron la semilla de la papa kompis; luego, en otros lugares, derramaron las semillas del olluco, la quinua, la maswa y, finalmente, llegaron al océano Pacífico.
Luego de un pequeño descanso, las aves partieron hacia Arequipa. Volaron después por otros lugares lejanísimos, encontrando que los campos reverberaban y los pantanales estaban en proceso de secarse.
Después se dirigieron hacia el oriente, siguiendo el cause del río Vilcanota. En el camino sembraron la chonta, como recuerdo de la fortaleza y poder del dios invencible y continuaron hacia el inmenso mar.
Después las aves misteriosas volvieron a Sunt’u, Wayoqhari les ordenó que se posaran en las montañas que recién estaban emergiendo del corazón de la tierra, luego que se produjo el desembalse de las aguas del mar Atlántico. Así, el macho se sentó en el elevado Salkantay y de inmediato se petrificó mirando alegremente hacia Sunt’u. Su compañera, después de depositar los huevos, macho y hembra, en una cueva, voló con pena hacia Ausangate y allí se sentó, petrificándose como una figura de mujer en piedra azul.
Hoy, Sunt’u, como símbolo de unidad, extiende sus brazos en dirección a las dos aves amantes. Sus ojos vigilantes y amorosos observan dos corazones partidos.
En tiempos idos, Wayoqhari, se encolerizó terriblemente por una desobediencia de sus súbditos. Sus bramidos se escucharon hasta los mares de oriente y occidente y luego, desfogó su ira por tres costados de su cuerpo, así se formaron las dos tetillas y el ombligo, por donde después salieron mares de tormentas de todos colores y tamaños.
Con el tiempo a Wayoqhari se le pasó la cólera. Sus heridas poco a poco comenzaron a curarse. Sin embargo, las llagas no cerraron definitivamente y de sus profundidades empezaron a salir aguas que formaron tres lagos, uno de ellos es Kelloqocha, lago de color amarillo, cuyas bases están bañadas en oro.
Kelloqocha baja de Sunt’u, en cataratas que al depositar sus aguas se amarillean misteriosamente. Cuando se le acercan seres humanos, agita sus remolinos, luego lanza gritos no escuchados en tierra; las piedras de sus orillas se vuelven movedizas, sus guijarros toman la forma de peces exóticos y multicolores; los troncos de chachacomo y qewñas toman formas fantasmales; seguidamente de los cerros de los cerros vecinos caen galgas que llegan a la laguna legendaria con sonidos estrepitosos. Los gigantescos pedrones están cubiertos de salvajina, que hospedan extrañas aves cuyos gorjeos, lastimeros y fúnebres, repiten los ecos de las montañas, presagiando peores tormentas.
De las alturas de Sunt’u bajan bandadas de aves gigantes, que al cruzar la laguna misteriosa producen extraños ruidos. De pronto se escuchan terribles truenos que los ecos de los collados responden; los rayos ciegan los ojos, al rato comienza a nevar.
Hace miles y miles de años, salió de Kelloqocha, para morar la tierra, una pareja de seres gigantes, cubiertos de salvajina. Primeramente se hospedaron en la cueva misteriosa de Wawayuq Rumi (piedra con muchos hijos). Se alimentaban de raíces, bulbos, frutos silvestres, totoras, sierpes, huevos de lagarto, algas. Pronto empezaron a multiplicarse y sus hijos partieron a poblar otros lugares. Estos, para su alimentación, prefirieron las tarukas. Usando sus astas cortaron las carnes; con sus pellejos cubrieron sus cuerpos, con sus huesos cavaron la tierra; su sangre bebieron para tener fuerza. Con su grasa frotaron sus cuerpos para inmunizarse contra las enfermedades y protegerse contra las acechanzas de sus enemigos, convirtiéndose en hombres intocables, dedicados a vigilar y proteger la zona sagrada, ni los inkas se atrevieron a mancillar a los temibles wayoqharis (hombres gigantes).
Con el tiempo, en Wawayuq Rumi, dejaron pintadas sus vidas en las piedras (pinturas rupestres), rodeándolas de hojarasca y espinales, protegidas con el aullido de los cerros y las galgas que permanentemente están cayendo.
Antes de que salieran los hombres de la laguna de Kelloqocha, el dios Wayoqhari ordenó a Yanaqocha que de sus entrañas saliera los animales a excepción del cóndor. Primeramente salió el cuy, ennegrecido por las oscuras aguas de la laguna, posteriormente cambió su color por el efecto de los rayos solares. Luego, salió la vicuña, con su hermoso pelaje, del brillo de las nieves tomó sus bellísimos y finos colores. A continuación salieron las llamas, alpacas, tarukas, pumas, al final salieron el killinchu, el zorro, los peces, los amarus (serpientes) y otros animales menores.
Hoy, la bilis de Yanaqocha (laguna negra) sigue bajando, bramanado por la quebrada que riega los labrantíos de Singonapampa.
A un costado de Kelloqocha, se halla el sufrido lago Chakiqocha (laguna seca), de aguas verdes, destinado a castigar a los hombres que incumplen las leyes del dios Wayoqhari.
Esta montaña de piedra, cubierta de nieves perpetuas, mira hacia Wayoqhari. En sus faldas existen tres misteriosas lagunas que emiten ruidos extraños. A sus espaldas hay pequeñas lagunillas llenas de algas gigantes, especies exóticas, guijarros verdosos y filudos que parecen ser guardianes que, con mirada penetrante, hacen desistir a cualquier humano que se atreva a escalar la montaña.
Cuentan los antiguos wayoqharis que en la primera etapa de formación del mundo, en tiempos remotísimos, cuando Urubamba, Kalka y otros lugares aún no existían, la tierra fue cubierta por torrentes de lluvias que produjeron fuertes aluviones y grandes movimientos terráqueos; en esa época los valles empezaron a formarse.
El dios Wayoqhari envió una pareja de aves gigantes. El macho tenía el cuello cubierto de cintas blancas. Su inmenso buche estaba repleto de semillas masculinas. Su compañera tenía rasgos delicados, pintada con chispas del arco iris y llevaba semillas femeninas.
La pareja de aves salió de una cueva enigmática para cumplir la orden que les dio Wayoqhari. Primeramente hicieron caer un par de grano de maíz blanco en Urquillos. En Kalka lanzaron granos de maíz amarillo. En Paucartambo arrojaron la semilla de la papa kompis; luego, en otros lugares, derramaron las semillas del olluco, la quinua, la maswa y, finalmente, llegaron al océano Pacífico.
Luego de un pequeño descanso, las aves partieron hacia Arequipa. Volaron después por otros lugares lejanísimos, encontrando que los campos reverberaban y los pantanales estaban en proceso de secarse.
Después se dirigieron hacia el oriente, siguiendo el cause del río Vilcanota. En el camino sembraron la chonta, como recuerdo de la fortaleza y poder del dios invencible y continuaron hacia el inmenso mar.
Después las aves misteriosas volvieron a Sunt’u, Wayoqhari les ordenó que se posaran en las montañas que recién estaban emergiendo del corazón de la tierra, luego que se produjo el desembalse de las aguas del mar Atlántico. Así, el macho se sentó en el elevado Salkantay y de inmediato se petrificó mirando alegremente hacia Sunt’u. Su compañera, después de depositar los huevos, macho y hembra, en una cueva, voló con pena hacia Ausangate y allí se sentó, petrificándose como una figura de mujer en piedra azul.
Hoy, Sunt’u, como símbolo de unidad, extiende sus brazos en dirección a las dos aves amantes. Sus ojos vigilantes y amorosos observan dos corazones partidos.
En tiempos idos, Wayoqhari, se encolerizó terriblemente por una desobediencia de sus súbditos. Sus bramidos se escucharon hasta los mares de oriente y occidente y luego, desfogó su ira por tres costados de su cuerpo, así se formaron las dos tetillas y el ombligo, por donde después salieron mares de tormentas de todos colores y tamaños.
Con el tiempo a Wayoqhari se le pasó la cólera. Sus heridas poco a poco comenzaron a curarse. Sin embargo, las llagas no cerraron definitivamente y de sus profundidades empezaron a salir aguas que formaron tres lagos, uno de ellos es Kelloqocha, lago de color amarillo, cuyas bases están bañadas en oro.
Kelloqocha baja de Sunt’u, en cataratas que al depositar sus aguas se amarillean misteriosamente. Cuando se le acercan seres humanos, agita sus remolinos, luego lanza gritos no escuchados en tierra; las piedras de sus orillas se vuelven movedizas, sus guijarros toman la forma de peces exóticos y multicolores; los troncos de chachacomo y qewñas toman formas fantasmales; seguidamente de los cerros de los cerros vecinos caen galgas que llegan a la laguna legendaria con sonidos estrepitosos. Los gigantescos pedrones están cubiertos de salvajina, que hospedan extrañas aves cuyos gorjeos, lastimeros y fúnebres, repiten los ecos de las montañas, presagiando peores tormentas.
De las alturas de Sunt’u bajan bandadas de aves gigantes, que al cruzar la laguna misteriosa producen extraños ruidos. De pronto se escuchan terribles truenos que los ecos de los collados responden; los rayos ciegan los ojos, al rato comienza a nevar.
Hace miles y miles de años, salió de Kelloqocha, para morar la tierra, una pareja de seres gigantes, cubiertos de salvajina. Primeramente se hospedaron en la cueva misteriosa de Wawayuq Rumi (piedra con muchos hijos). Se alimentaban de raíces, bulbos, frutos silvestres, totoras, sierpes, huevos de lagarto, algas. Pronto empezaron a multiplicarse y sus hijos partieron a poblar otros lugares. Estos, para su alimentación, prefirieron las tarukas. Usando sus astas cortaron las carnes; con sus pellejos cubrieron sus cuerpos, con sus huesos cavaron la tierra; su sangre bebieron para tener fuerza. Con su grasa frotaron sus cuerpos para inmunizarse contra las enfermedades y protegerse contra las acechanzas de sus enemigos, convirtiéndose en hombres intocables, dedicados a vigilar y proteger la zona sagrada, ni los inkas se atrevieron a mancillar a los temibles wayoqharis (hombres gigantes).
Con el tiempo, en Wawayuq Rumi, dejaron pintadas sus vidas en las piedras (pinturas rupestres), rodeándolas de hojarasca y espinales, protegidas con el aullido de los cerros y las galgas que permanentemente están cayendo.
Antes de que salieran los hombres de la laguna de Kelloqocha, el dios Wayoqhari ordenó a Yanaqocha que de sus entrañas saliera los animales a excepción del cóndor. Primeramente salió el cuy, ennegrecido por las oscuras aguas de la laguna, posteriormente cambió su color por el efecto de los rayos solares. Luego, salió la vicuña, con su hermoso pelaje, del brillo de las nieves tomó sus bellísimos y finos colores. A continuación salieron las llamas, alpacas, tarukas, pumas, al final salieron el killinchu, el zorro, los peces, los amarus (serpientes) y otros animales menores.
Hoy, la bilis de Yanaqocha (laguna negra) sigue bajando, bramanado por la quebrada que riega los labrantíos de Singonapampa.
A un costado de Kelloqocha, se halla el sufrido lago Chakiqocha (laguna seca), de aguas verdes, destinado a castigar a los hombres que incumplen las leyes del dios Wayoqhari.
No hay comentarios:
Publicar un comentario