domingo, 29 de noviembre de 2009

LOS AMANTES PETRIFICADOS


En un lugar llamado Urqo, en la actual provincia de Kalka, residía un monarca llamado Urqo Waranka, quien por su falta de valor y capacidad estratégica, fue vencido por los Chankas de Andahuaylas y por ello fue destronado por su hermano menor, llamado Pachakuteq.

Al ser destronado, Urqo Waranka se refugió en el pintoresco valle del Vilcanota. Allí, con el tiempo, construyó un palacio y, rodeado de numerosa servidumbre, se dedicó a vivir en paz.

El que fue inka, en la plenitud de su juventud, contrajo nupcias con una hermosa mujer de color canela. Como producto de esa unión vino al mundo una esmeralda llamada Pitusiray (flor de los andes). Ella creció al borde de los maizales, gozando del excelente clima, rodeada de sirvientes. Se alimentó de la miel de los Wayrunkus, de los huevos de las aves del rió Vilcanota y, entre los encantos de la vida, llegó a la flor de su juventud.

Pronto, desde comarcas muy lejanas, llegaron los pretendientes. Eran dueños de otros dominios; simpáticos, robustos, tenían cualidades físicas e intelectuales que les hacían parecer mandados por los dioses.

Uno de ellos era Sawasiray, un hombre pálido que procedía del Antisuyo.

Otro era Ritusiray, blanco y con apariencia de extranjero.

En una ocasión, ambos pretendientes pidieron, al mismo tiempo la mano de Pitusiray. El monarca aceptó pero, como era costumbre a la usanza antigua, los sometió a una prueba. Puso como condición que en un tiempo determinado, los pretendientes trajeran las aguas que hacían falta en sus dominios. Sin embargo Urqo Waranka ignoraba que, hacia ya tiempo, Pitusiray mantenía relaciones amorosas clandestinas con Sawasiray.

El joven Sawasiray se empeñó en la empresa. De inmediato partió a Machakancha y a otros lugares y, ayudado por sus súbditos, comenzó a construir los canales para hacer caminar las aguas por las quebradas y faldas de los cerros en dirección a las propiedad de Urqo Waranka. Llegado el día fijado, el ex monarca esperaba, en secreto, el momento en que las aguas llegarían a su inmensa propiedad.

Entre tanto Ritusiray, que poseía poderes sobrenaturales, subió a la punta de una montaña; desde allí, de rodillas, pidió ayuda a sus dioses, quines hicieron aparecer un gigantesco y hermoso lago llamado Kankan. Ritusiray, tomó en la cuenca de sus manos las aguas y, besándolas, agradeció el favor que le habían hecho sus deidades. Luego, comenzó a abrir un cauce por la parte más débil. El líquido vital, musicando, empezó a caminar y, solo, fue abriendo la acequia.

Al llegar las aguas de Ritusiray, primero, a las tierras de Urqo Waranka, éste cumplió su palabra, entregando la doncella al triunfador. De inmediato fijaron la fecha de la boda. Pitusiray, conforme pasaban los días, sentía un amor más profundo hacia Sawasiray. En su habitación, ella se pasaba los días y las noches llorando con el corazón por su amado.

¡Llegó el día de la boda!
Mientras aguardaba que su hija saliera de la habitación para dar comienzo a la ceremonia de bodas, el ex monarca bebía un vaso de chicha con su futuro yerno. De pronto, llegó la noticia que Pitusiray había desaparecido de su habitación. Al escuchar esta nueva, Urqo Waranka cambió el color de su semblante, y con un gesto de espanto, dejó el vaso de oro en que bebía la chicha y se dirigió con pasos ligeros a la habitación de su hija, comprobando que ella no estaba allí.

Los invitados a la boda, que era toda la nobleza cuzqueña, se encolerizaron, considerando una burla lo que estaba sucediendo.

¿Qué había pasado?

Cuando la hermosa Pitusiray se dirigía a su habitación para vestirse con la ropa de bodas, pretextó la necesidad de hacer sus necesidades fisiológicas. Con este motivo salió al patio y, confundiéndose entre la servidumbre, desapareció del palacio.

Lejos, entre riscos, árboles y pedregales, Sawasiray aguardaba a su dulce amor y, cuando se juntaron, emprendieron la fuga hacia las alturas de las montañas azuladas.

La palabra del ex monarca no se había cumplido, quedando como un cristal del cielo roto. Su hija, Pitusiray, había cometido el delito mas grande, pues había quebrantado la palabra de honor que se había ofrecido a Ritusiray. El ex monarca, todo colérico, ordenó inmediatamente a sus soldados que salieran a capturar a su hija desobediente. La mayoría de los pelotones militares partieron con dirección a Yukay, Kalka y Qosqo. En tanto Ritusiray se dirigió a las alturas de las montañas azuladas.

La pareja de fugitivos aprovechaba la oscuridad de la noche para escalar el gigantesco cerro pero pronto, cuando la pareja ya estaba pro cruza la cumbre, fue divisada por Ritusiray. El pretendiente frustrado reconoció a la bellísima Pitusiray que escalaba, jalada por el mancebo Sawasiray. En ese momento, Ritusiray no puedo hacer nada porque vio que su dulce amada era llevada en brazos de su adversario. El amante frustrado, lleno de ira, cargó el panpán de su honda con una piedra redonda y de regular tamaño que lanzó con toda su furia en dirección a la cabeza de Sawasiray. El lito dio en el blanco, Pitusiray reconoció que el asesino de su amante era Ritusiray. Llena de cólera, tomó la honda de su amado Sawasiray y después de cargar el arma con una piedra, la disparó en dirección a Ritusiray, cayendo éste muerto por el impacto de la piedra.

Pitusiray abrazó a su amado Sawasiray, tratando de resucitarlo con sus besos y lágrimas.

Urqo Waranka venía escalando la montaña azulada. Armado con un honda de oro, tenía ganas de matar a su hija Pitusiray y a su amante por la burla que le habían hecho y lo mal que lo habían dejado frente a toda la nobleza cuzqueña.

Llorando, Pitusiray cargó sobre sus espaldas el cuerpo de su amado Sawasiray. Luego continuó escalando la montaña, tratando de llegar a la punta del cerro. Su inteción era voltear la cumbre y, desde allí, lanzarse a la laguna de Kankan para ser arrastrada hasta el fondo por el cadáver de su amante. Pero, Urqo Waranka la divisó, cargó un proyectil de plata en su honda y sin pensar, lo lanzó con furia inaudita, cayendo el bolo de plata en la cabeza de su hija.

De pronto fuertes movimientos y ruidos telúricos sacudieron la montaña. Al día siguiente, en la cima aparecieron dos hermosos monolitos pétreos de color azul que simbolizaban a los amantes Sawasiray y Pitusiray. Al lugar de estos acontecimientos, los moradores de Kalka conocen ahora como cerro Pitusiray.

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