
Cierto día, un negro y robusto cóndor fue invitado al cielo para participar en la boda del hijo primogénito del dios Sol y de la diosa luna. La gigante ave recibió este mensaje con gran regocijo, petulancia y soberbia porque era la primera vez que un representante de la tierra estaba invitado a participaren este magno acontecimiento universal.
El cóndor con mucha anticipación nombro de paje al zorro, luego se sometió a una disciplinada dieta alimenticia a fin de tener un cuerpo ágil y resistente como para poder viajar al cielo.
Cuando llegó la hora de la partida todos los animales de la tierra se congregaron a las faldas de la sagrada montaña del Salkantay, el zorro así como el cóndor consumieron opíparamente las carnes que los animales les otorgaron como regalo. La gigantesca ave recibió como una dadiva una gigante culebra, por parte del puma para su alimentación en el trayecto, pero ¿Por qué la serpiente para el viaje? En la mentalidad de los animales esta la idea de que quien come una culebra, tiene una vida prolongada y sosegada…igualmente un ratón humilde, le regalo al zorro una bolsa llena de cancha de maíz para su viaje.
La mayoría de los animales no estaban de acuerdo que viaje el zorro, como paje del cóndor porque tiene como resabios imposibles de corregirse y estaban seguros que le harían quedar mal al invitado alado. Pero como el cóndor es petulante y soberbio nadie se atrevió a darle el consejo.
Luego de recibir el homenaje de despedida, el zorro cabalgo en la espalda del cóndor con su bolsa de cancha. De pronto la bestia levanto vuelo cargando al Zorro y la serpiente este estuvo enrollada en sus patas gruesas y robustas.
Repentinamente en el espacio sideral empezó a perderse el cóndor ante la vista de todos los animales, excepto del Tuko, Killincho, y Huamancha.
A cierta distancia el zorro comenzó a consumir su cocavi. El cóndor al percibir que después de masticar, brutalmente engullía por engullir su cancha, díjole:
- Oiga, amigo zorro, ni siquiera estamos en la mitad del camino. ¿Por qué no guardas tu alimento para el resto del viaje?
- Gran cóndor, rey de las altas montañas, es que tengo un hambre muy feroz- contesto el zorro.
El viaje prosiguió por el espacio infinito, sin descanso rumbo al territorio celestial. Con muchos días de anticipación venían llegando las delegaciones y personalidades interplanetarias. Pero para ellos el sol y la luna prepararon con antelación portentosos ambiente para acoger a los anfitriones cómodamente.
Cuando el viaje ya había avanzado a más de la mitad, el cóndor recién empezó a sentir cansancio y el peso. Sus inmensas alas y ya no respondían como en el inicio de la partida. Mientras que el astuto zorro comía y dormía placenteramente contemplando el espacio sideral. Súbitamente el cóndor le dijo:
- Zorro, alcánzame unos cuantos granos de tu fiambre para masticar.
- Gran señor, dueño de los valles y montañas ya no tengo ni un grano de cancha.
El ave gigante se mordió la lengua de cólera y, con una voz torva, díjole:
- ¿como es posible que hayas terminado todo tu fiambre? Si falta mucho para llegar al cielo.
- Gran señor, dueño de los ríos, tenía demasiada hambre.
El cóndor exigido por el hambre empezó a presionar con sus garras robustas, negras y gruesas a la gigante sierpe, luego empezó a desgarrarlo pedazo a pedazo con su poderoso pico, duro y filudo, después empezó a engullir algunos pedazos, pero el glotón del zorro empezó atacar al resto de la carne. El ave sagrada al percibir su conducta, con una voz llena de ira díjole:
- Te suelto o dejas de comer.
- Gran señor, dueño de ganados, ya no comeré.
Luego divisó a la distancia el territorio celestial haciendo esfuerzos sobrenaturales trato de alcanzar la cima del cielo, de pronto se hizo presente el embajador del dios Sol y la Luna, quien previos saludos protocolares les recepcionaron en un hospedaje muy lujoso. Y con el cansancio, fatiga y hambre se quedo profundamente dormido el cóndor, mientras tanto la comisión de recepción había enviado manjares en base a carne a los visitantes, favor que le hicieron al zorro, porque al despertarse el cóndor solo encontró fibras y huesos, furioso ante tamaña conducta optó por acabar con sus días al zorro, pero para suerte de este, se apareció uno de los embajadores celestiales para preguntar por la salud del cóndor y le explico lo sucedido y le solicito:
- Excelentísimo señor, deseo que me haga un gran favor.
- Gran señor de la tierra ¿Qué desea?
- Quiero que a este infeliz me lo encarcele hasta el final de la boda.
- Esta bien señor, dueño de la tierra. Dijo el embajador.
Y así fue.
Después que el cóndor engullo la cólera proporcionada por el zorro, el embajador envió una gran porción de carne suculenta para que se alimentara. Y se recupero prontamente.
Por fin llego el día de la boda, todos los invitados se concentraron en la portentosa puerta del palacio. De pronto todos los invitados bajaron la testa para recibir la mirada del dios Sol y de la diosa Luna, asimismo de un costado emergió la figura del hijo de los dioses y por el otro lado la novia, su hermosura era indescriptible. Inicio la ceremonia.
Al culminar la ceremonia, la sala era un gigantesco ambiente maravilloso, adornado de objetos increíblemente acabado, todo era reluciente y límpido, lagunas artificiales, vegetación exótica y de los manjares a distancia emanaban exquisitos olores. Todo fue un interminable festín todos derrocharon alegría y entusiasmo por la boda.
Terminado el banquete y la juerga, los invitados procedieron a retirarse a sus lugares de origen. Y los recién casados en su alcoba de amor.
El zorro pese a estar depositado en una habitación había recibido un cordial trato, a mas de una buena alimentación y bebida, pero se mantenía resentido para el Cóndor.
Y al momento de retornar el Ave solicitó le dejaran libre al zorro para retornar juntos, pero en el trayecto el zorro resentido no le dirigía la palabra.
En el momento de la despedida del Terminal que todo estuvo abrumado el embajador de los dioses les entregó unos presentes diciendo:
- Gran señor; dueño de la tierra, os entrego esta carne y esta bebida para el trayecto. A mas de ello, el dios Sol y la diosa Luna, me envían este presente para que lo lleven a la tierra y lo hagan reproducir, servirá de alimento para los hombres los animales, peces y aves de la tierra.
El soberbio cóndor que jamás agachó la cabeza, primera vez inclinaba para recepcionar esta dádiva.
Presto el cóndor estiro sus gigantes alas y levanto vuelo rumbo a la tierra, y siempre con la carga pesada del zorro. Pero este una vez mas demostró su inconducta tragándoselo la carne celestial, mas el cóndor no le dijo nada porque estaba seguro que su retorno a tierra seria menos dolorosa y sacrificada.
Los animales de la tierra se habían concentrado en las faldas del Salkantay con deseos de enviar una comisión hacia el cielo porque se sentían preocupados y desesperado por el tiempo que había transcurrido y lo peor no había noticias de ellos.
El Zorro luego de llantar toda la carne placenteramente, se quedo dormido todo el trayecto encima del Cóndor.
El Killincho, el Huamancha y el Tuco por fin los divisaron a la distancia y comunicó a todos los animales de la tierra. Repentinamente el zorro despertó de su profundo sueño y como siempre con un hambre devorador y que de pronto atacó el bolso que los dioses enviaban como regalo a todos los seres vivos de la tierra. La bestia alada no soportó el atrevimiento y le dios tantos picotazos que uno de ellos cogió en el bolso de regalo esparciéndose este fruto por el espacio de la tierra.
Luego de un tiempo, la tierra empezó a cubrirse de un verde y extraño vegetal, de la cabeza de esta plántula empezaron a formarse unas panojas rojas, amarillas y blancas. Era la quinua, alimento de las deidades universales destinado a los terrícolas.
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