miércoles, 11 de noviembre de 2009

GENESIS DEL MAIZ


Cierto día cuando el sol había ingresado perezosamente a su morada, aprovechando la ultima luz del día una mujer hermosísima de color albo, emergió vislumbrante de la laguna de Yanacocha. Al verla un pescador se quedo estático. Le dio un beso en la mejilla y después de sostener un corto dialogo, la muchacha se despidió con una sonrisa y se sumergió en las profundidades de la negra laguna.
Como si fuera un ave herida el pescador no quiso moverse de la orilla de la laguna. Ni tampoco pensó en retirarse. Todo lo que quería era verla nuevamente. Incluso pensó lanzarse tras ella a las profundidades de la laguna, pero se retracto, porque era de noche y azotado por el viento y el frió se vio obligado a retirase a casa.
El pescador un hombre pobre e hijo primogénito hermano mayor de una escalera de niños, su madre enviudo muy joven, y desde entonces, él, fue el sostén de la familia. El pescador solía por costumbre ir a pescar y llevar el alimento del día para sus hermanos menores y su madre. El hambre que asolaba a la familia no era propia de ellos sino también de toda la comunidad, puesto que el fenómeno de la sequía había afectado a todos. Los más afortunados aun tenían reservas en su troje y con algunos animales que aun les quedaban podían mitigar su hambre. Pero, el pescador que no tenía más recursos que lamer la tierra.
Ese día, el pescador llegó a su humilde lecho sin llevar una migaja de pescado, sin mediar una sola palabra entró en su lecho meditabundo y taciturno, la madre consoladora le llevo una cena humilde en base a hierbas. Pero el pescador no tenía hambre sino dolor en el alma por el pesar de no haber llevado comida para sus hermanos o la pasión de querer volver a verla a esa bella mujer.
Al día siguiente, muy de madrugada partió ilusionado a la laguna, provisto de una hermosa quena y un anzuelo, sus deseos eran grandes, el de volverla a ver.
De inmediato se posesiono en una de las rocas mas gigantes de la laguna y se puso a interpretar las melodías mas hermosas que espontáneamente se inspiraba. Toco una y otra vez hasta ver emerger de las profundidades a la bella mujer. Fue inútil la espera, porque se desvaneció ese deseo, el hombre ya enamorado no hallaba lugar por donde ingresar a las profundidades de la laguna y sollozante volvió a su hogar.
Pasaron los días, famélico y pálido era su semblante hasta que la madre suplicante le dijo:
Hijo te veo muy delgado y preocupado ¿Qué te ha sucedido? ¿Porque abandonaste tus quehaceres? Ya no tenemos árboles ni hojas para dar de comer a tus hermanos, solo queda mi cuerpo enjuto para que se lo coman, ellos son aun niños no pueden defenderse solos.
El joven no se inmuto solo se puso a llorar desconsoladamente.
Ya no soporto más la angustia de no verla , entonces tomo la fatal decisión del suicidio, determinó que se quitaría la vida lanzándose a las profundidades de la laguna Yanacocha atada de una poderosa piedra y así muerto llegar hasta donde su amada. Antes de ejecutarlo toco por última vez su quena con una hermosa y lastimera melodía que había creado especialmente para ella. Al iniciar la melodía, los peces, las aves hasta las montañas se pusieron a llorar, no pudo concluir con su melodía y se lanzó a las profundidades de la laguna.
El pescador cuando despertó se asombro de su estado, estaba vivo, en un hermoso lecho y peor para su asombro, al costado, la musa de sus sueños. Absorto y mudo lo único que atino es apiñarse con pasión y amor indescriptible.

Después de un tiempo de convivencia, la tristeza hizo presa del pescador, hecho que también afecto a la musa, y un día le dijo lo siguiente:

¿Qué te pasa amor mío? ¿Acaso ya no eres feliz como los primeros días en que nos conocimos? ¿Acaso te atormenta algún recuerdo?, el pescador acosado por las preguntas respondió:
- Diosa mía, es cierto es que estoy muy triste, ¿sabes porque? Dejé a mi madre y mis hermanos en una miseria espantosa
- Pero ¿ porque no me lo dijiste antes? Hubiéramos ido donde tus seres queridos llevando nuestros manjares.
- Diosa mía, no quiero ir solo, porque tengo miedo de perderte. Tampoco conozco el camino por donde vine, pero si tu me acompañas seria el hombre mas feliz del mundo.
- Esta bien, amor mío… pero con una condición.
- ¿Cuál es la condición diosa mía?
- Viajaremos esta noche sin que nos vea la diosa Luna. Mañana estaremos en tu casa todo el día. Eso si a puertas cerradas, porque no deseo que me vean personas extrañas. Yo solo soy para ti.
- Esta bien, diosa – dijo el joven.
Para festejar esta comprensión, el pescador se lanzó a los brazos de su amada. Y ella hacendosa preparó todos los majares que llevaría a su suegra y cuñados.
Cuando la luna desapareció la pareja cargado de todo lo previsto salieron por un camino sinuoso de las profundidades de la laguna de Yanacocha. Después de un largo periplo llegaron a una choza entre muchos árboles viejos, abrió la vieja puerta y en interior se encontraba su pobre madre muerta rodeada por sus hijos que agonizaban de hambre, el pescador se abalanzó al cuerpo de su madre, pero ya era demasiado tarde nada ni nadie le devolvería la vida. Pero si se salvaron los hermanos menores, por el auxilio brindado por la diosa. La madre fue enterrada entre lastimeros llantos de la familia.
Culminado las exequias, los amantes se acomodaron en una alcoba, mientras que los hermanos se quedaron dormidos por efectos de un suculento manjar.
Al día siguiente muy temprano, los niños abrieron la puerta de la alcoba donde se alojo la pareja, pero fue tan calamitoso este hecho, porque los rayos del sol dieron con el rostro de la diosa que de inmediato quedo petrificada. Cuando despertó el pescador vio a su amada muerta y petrificada, ni los llantos ni gritos pudieron retornar a su amada.
Pronto también murió el pescador de pena.
Los niños quedaron solos, y se encargaron de sepultarlos juntos.
Después de algunos días, de la sepultura brotó una hermosa, verde y extraña plántula. Como los niños ya no tenían hambre cuidaron con mucho esmero este extraño vegetal, en homenaje a los amantes.
Pronto en la planta empezó a crecer un extraño bulto con la cabellera rubia (mazorca) la planta continua con su proceso y floreció una hermosa panoja. De cada nudo de la planta surgió unas bellas hojas. Cuando llego a la madurez la mazorca se descolgó y comenzó a deshojarse. Pronto ante los ojos de los niños brotaron grandes y hermosos granos de todos los colores. Los niños probaron el fruto, que les resulto agradable pero como no tenían hambre dejaron que las mazorcas se desgranen y estos granos dieron lugar a nuevas plantas de maíz.
El maíz empezó a crecer por toda Singonapampa y luego en sus bajíos. Los hombres empezaron a llamar a ese lugar Wayoqhari (granos grandes), que deriva de Wayunca qhari (hombre colgante).
La semilla es la diosa y el abono o guano es el hombre.
¿Quién fue esa musa que apareció en la laguna? Pues fue la hija del dios Sol y de la hermosa Luna, quienes le enviaron a vivir en el Ujupacha (mundo subterráneo) para que organice a los habitantes de ese lugar. Pero sin embargo incumplió ese mandamiento al salir al Kaipacha (el mundo presente, la morada de los hombres) y enamorarse de un hombre. Por ello la musa, puso como condición que no deseaba ser vista por nadie y menos por el Sol o la Luna que son sus padres.
El maíz es el nieto del dios Sol y de la diosa Luna por eso en la tierra existe el maíz de color amarillo (como su abuelo el dios Sol) y el maíz blanco (como su abuela, la Luna). El resto de los maíces de colores son los genes de los ancestros del Sol y de la Luna. Por eso los hombres de Wayoqhari adoran el maíz y lo consumen en cancha, sopa, mote, harina, inclusive succionan y comen su tallo o caña, y las hojas sirven de alimento para los animales.
La chicha elaborada del maíz es la bebida sagrada de los campesinos, no solo les quita la sed, sino también el hambre y la pena y les da fuerza y valor para sus jornadas agrícolas.







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