viernes, 16 de octubre de 2015

FRUSTRACIONES


Resultado de imagen para campesino fotografo
FRUSTRACIONES

Frisaba aproximadamente los cuarentitantos años de edad, pese a ello, siempre quería aparecer como el hombre más joven del lugar. En sus momentos de solaz se dedicaba a depilarse las canas que empezaban a brotar en su barbilla, con un espejo en la mano y muy bien sentado en el patio de su casa. Al terminar repetía filosóficamente:
‘’Vida que te has de acabar mujer que te has de quedar’’. Estas frases las había aprendido de las autoridades del distrito de Ongoy, cuando empezó a juntarse con ellos.
Rómulo Palomino había retornado a su tierra natal desde la Capital de la República con el oficio del fotógrafo. Al poco tiempo instaló su estudio en Comunpampa, pueblo intermedio entre las poblaciones rivales de Waqhana y Ongoy. A l poco tiempo, sin  competencia, se llenó de dinero, debido, especialmente, a que en  los meses de marzo y abril fotografiaba a todos los estudiantes para que pudieran matricularse. En efecto, Rómulo, como le iba muy bien en el negocio, comenzó  a contratar  a una y a otra secretaria para que atendiera  bien a la clientela. Ongoy es un distrito de la provincia de Chincheros enclavado en los Andes del Sur. Su población, de regular proporción, se dedica a la agricultura y ganadería. A este pueblo aún no le ha llegado la carretera, por ello, sus pobladores pugnan por construir la vía carrozable desde el lejano distrito de Ocobamba.
Cuando los maizales estaban macollando y la lluvia empezaba a caer, los estudiantes del Colegio José María Flores aguardaban  con premura el fin de año para marcharse a Lima y trabajar los tres meses de vacaciones. Al regreso, con el dinero ahorrado, se proveerían de su uniforme y  útiles escolares.
La madre de Rómulo, anciana, encorvada y rugosa, seguía martilleando a su hijo, en las horas de la comida:
_Hijito, quiero verte casado. Así, si voy a morir tranquila; quiero dejarte con tu esposa e hijos.
Sin embargo, Rómulo Palomino más se dedicaba a cambiar ‘’secretarias’’ cada cierto tiempo.
En todo el tiempo de su estancia al fotógrafo jamás se le había visto comiendo en un restaurante, para viajar a la capital de la provincia solamente cargaba un poco de cancha con queso; para calmar su sed, prefería el agua de los caños de los parques de la pequeña urbe. Cuando deseaba jaranear cargaba su maquina fotográfica y hacia de ella un pase para ingresar a cualquier fiesta, con el cuento de fotografiar a la concurrencia; así, los dueños de la casa se sentían obligados a invitarle a atenderlo. Finalmente, Rómulo Palomino, para vestir no tenia nunca ropa nueva, siempre con la misma, aunque estuviera  muy usada.
En pocos años, de trabajo, no sólo tenía el estudio fotográfico sino también establecimiento de mercaderías y bebidas. Con riqueza, Rómulo, ya no caminaba en el suelo, ahora flotaba en las nubes. Pero, la gente que le conocía murmuraba de él: ‘’Este cholo pata rajada hasta dónde se ha subido’’. En este ir y venir a Chincheros conoció a las autoridades provinciales y con obsequios de gallinas, carneros, chanchos, etc,. Trabó amistad con el Subprefecto.

No hay comentarios:

Publicar un comentario