HISTORIA COMPLETA DE LA APARICION DEL MILAGROSO SEÑOR DE
QOYLLURIT’I
Allá por los años de 1780 en una Estancia de Mawayani cerca
al Distrito de Ocongate; vivía una familia indígena, apellidada Mayta, que
tenia buena cantidad de hato de ganado alpacuno y ovino; cuyos animales
pastaban en la Hoyada de Sinak’ara al pie del Nevado de Qolquepunco, a cargo de
sus dos hijos; el mayor más o menos de
18 20 años y el menor de 12 a 14 años de edad, llamado Mariano; quienes
a más de apacentar los ganados, se dedicaban
a hilar lana, vivían solos en la cabaña,
conforme pasaban los meses; el hermano mayor abandonaba continuamente la cabaña y los ganados;
dejando solamente al cuidado del hermano
menor Mariano ; y sin ninguna
compañía; ya cansado de esperar al hermano y no teniendo que comer; se dirige a Mawayani donde su padre,
dispuesto a contarle sobre sus peripecias
y abandono por parte de su hermano mayor; así empieza su recorrido, faltando poca
distancia para llegar a su casa paterna, Marianito Mayta es alcanzado por su
hermano mayor; quien le increpa y
recrimina de su actitud de abandonar la cabaña y los ganados y regresar, una
vez llegado a la casa de sus padres el hermano mayor le acusa de desobediente y de ocioso ; el padre escuchando la queja, le castiga y
obliga a regresar a Mariano al pastoreo del ganado; una vez llegado a la
cabaña, nuevamente el hermano mayor
abandona a Marianito; no se sabe con que motivo y en que correrías andaba
; posiblemente en amoríos con una buena
moza de por los alrededores, volvía de varios. Como la situación del abandono
se tornaba cotidiano; Marianito Mayta al no soportar el trabajo duro y
sacrificado, más la soledad y el hambre;
decide trasmontar el Nevado para no ser
sorprendido por su hermano mayor; cuando estaba dirigiéndose hacia el Nevado,
se encontró con un niño de raza blanca; más
o menos de su misma edad; quien le preguntó
a donde iba, Marianito le contesto con todo sinceridad lo que le sucedía
y que estaba dispuesto a atravesar el nevado cueste lo que cueste; hasta llegar
donde su padre o irse a otro lugar muy lejos; para no sufrir y padecer por
culpa de su hermano mayor; pero el niño le aconseja y recomienda no hacerlo,
para mitigar su hambre le ofrece pan, su compañía y ayuda en la labores de
pastoreo e hilado de lanas; Marianito ante este ofrecimiento accede y acepta la proposición; ya por la
noche en su cabaña , no conseguía el sueño pensando en el niño hermoso, bondadoso y compasivo al día siguiente al
rayar el sol, se levanta y arrea los ganados para pastar y se dirige al
lugar, tal como el niño prometió
esperarle cada mañana; se encuentra nuevamente, su alegría es inmensa, durante
el día juegan, conversan amenamente, bailan y cantan; pero siempre apacentado
los ganados e hilando; asimismo recibe como ración alimenticia un pan, que es
suficiente para saciar su apetito y no teniendo hambre hasta el día siguiente; así
fue sucediendo todos los días, durante mucho tiempo y hasta que un día un
comunero de las comarcas aledañas,
cuando buscaba una llama, que se había perdido de su cabaña, diviso en
las laderas de Sinak’ara, que Marianito jugaba con un niño blanco; éste pensó
que era algún forastero cazador, que se había alojado en la cabaña de los
Mayta, se fue sin dar mayor importancia. Pasaron meses, otra vez se pierde el
alpacuno; el campesino sale en su busca por los mismos lares; nuevamente
encuentra en el mismo lugar a Marianito y al niño blanco forastero; el cual le
hace pensar y conjetura ciertas malicias,
de regreso a Mawayani le comenta
la padre de Marianito; quien pese a ser anciano y enfermo, se constituye en la
cabaña encontrado solamente a su hijo
Marianito y no así al hijo mayor,
el padre montó en cólera y furia; luego contó los animales y constató
que los animales habían aumentado en número
y no existía abundante lana hilada; más
fue su sorpresa, que al encontrar en la cocina no encontró
vestigios de haber cocinado y/ o
preparado alimentos; menos de haber
utilizado los menajes de la cocina, el padre con mucha tristeza, compasivo, preocupado e
inquieto; pregunto a Marianito; el por qué no se cocinaba; él respondió que tenia un amiguito, desde hace
varios meses que le acompañaba diariamente y le ayudaba a pastear los ganados,
a hilar t le proporcionaba pan y que todos los días le esperaba al pie de un
peñón; el padre perplejo y sorprendido por la narración, le encarga a
Marianito; para que preguntase a su amiguito de dónde era cómo se llamaba;
antes de retirarse de la cabaña el padre de Marianito, le regala unos vestidos
en signo de gratitud y amor paternal, recomendándole cambiarse continuamente; en ese instante se presenta el
hijo mayor; a quien increpa durante su conducta; éste no pudo responder nada a
su padre.
Una vez que se fue su padre; como de costumbre se reúne
Marianito con el niño (su amiguito), presentándose con ropa nueva. Un día estando juntos
pregunta a su amiguito de donde eres; le contesta que era de Tayankani; luego
le pregunta que su vestido no envejecía y nunca se cambiaba; pero al día
siguiente para su sorpresa, su amiguito
apareció con el vestido de un extremo roto y un poco envejecido; Marianito le
pregunta el por que no tenia otro vestido y/o no renovaba su vestido, por que
lo que tenia ya estaba envejecido; su compañero- niño le contesta diciendo que no tenia otro vestido, por que no había
esa tela de esos lugares; entonces Marianito se ofrece conseguir; deja
encargado a su amigo niño el cuidado de los ganados y emprende el camino hacia Mawayani a la casa de su
padre; a quien le comenta y entregue el
trozo de tela, el anciano campesino acepta comprarle; pero que èl no podía
viajar a la ciudad del Cusco; antes bien le encomienda a Marianito, que ya era
jovencito, preocupado y entusiasmado llega al Cusco, recorre todos los
establecimientos comerciales en busca de la tela preciada y no encuentra esa
tela, le recomienda preguntar en el Arzobispado ; porque solo los Obispos usan ese tipo de
telas, obediente y preocupado al no encontrar
logra entrevistarse con mucho sacrificio con el Obispo Monseñor Moscoso; quien con paciencia y atención escucha al humilde indígena joven;
el prelado le manifiesta que esa tela no existe en el Cusco, que la enviaban de
la ciudad de Arequipa; le aconsejó y recomendó
acudir donde el párroco de
Ocongate, Sacerdote Pedro de Landa; para
lo cual le envía una carta con el mismo Mariano; en ella el Obispo Moscoso,
instruye al Párroco para que averiguase
sobre la procedencia dela tela, porque tenia la ligera sospecha de estar
cometiéndose un sacrilegio por parte de algún indígena, porque la tela procedía
de los vestidos de las imágenes, el párroco
enterado del contenido de la carta, convence a Mariano para que lo llevara donde su amigo, que usaba
dicha tela; luego de un largo y penoso viaje por la cordillera llena de nieve;
un día 12 de Junio de 1783 llegan a un punto visible de la cordillera de Sinak’ara vio efectivamente que un joven vestía
túnica y apacentaba el ganado, cuando se aproximaba hacia él, proyectaba una
luz refulgente hasta ofuscarle la vista, sin que fuese posible aproximársele,
prejuzgaba que le proyectaba un espejo de gran dimensión; quien tal hacia,
podía ser algún malhechor recibido; entonces se vio obligado a suspender tal
empresa.
Días más tarde convoca a las autoridades Comunales, vecinos
cercanos, una vez puesto en conocimiento, acuerdan organizar un complot
sorpresa (Sorprender y atrapar al joven de la túnica), para este propósito del
párroco de Ocongate, también acuden los
habitantes de Ccatcca de la jurisdicción de la provincia de Quispicanchis,
después de días de caminata llegan a
Sinak’ara; desde lejos divisan a Mariano Mayta y a su acompañante que pasteaban los ganados, conforme se
aproximaban, como en la vez anterior; desprendía una luz refulgente que les
ofuscaba la vista; para lo cual acuerdan
rodear haciendo un circulo con la finalidad de localizar y atrapar; entonces
los hombres de Ccatcca, rápidamente pasan el riachuelo de Sinak’ara; pero la
figura refulgente se repliega hacia su peña (roquerías), donde todos los
hombres ‘’cazadores’’, se juntan casi a ciegas y el Sacerdote que lo
encabezaba, fue el primero en alagar las manos, como para coger al fugitivo que
se refugio en ese sitio.
El sacerdote al extender la mano tocó a un árbol de tayanca que allí había crecido y pensando
que el fugitivo se haya subido, levantó la vista hacia arriba y vio que del
árbol estaba pendiente el cuerpo del señor en momentos de la agonía; emanando
sangre de sus llagas y levantando sus ojos al cielo. Entonces el sacerdote y su
comitiva de perseguidores, quedaron
perplejos y atónitos; postraron de hinojos y henchidos por la devoción,
inclinaron sus cabezas pidiendo perdón, mientras tanto Marianito Mayta, al ver la persecución contra su amiguito de
tayankani, gritaba a todo pulmón ,
clamando misericordia al ver desaparecido
y ver sangre, gritaba acusándoles de haberlo matado a su amigo, preso por la
desesperación Marianito muere; se cree por un paro cardiaco; todos los hombres
vueltos en si, solo encontraron la madera de tayanca en forma de cruz y el
cuerpo de Marianito fallecido; incluso se cree que se encuentra enterrado al
pie de la misma roca que hoy se venera como sagrada.
La noticia de la aparición de la milagrosa imagen del Señor
de Qoyllurit’i en pleno corazón de la cordillera de los Andes, recorre como un
reguero de pólvora en el mundo andino y la población católica del Virreynato
Peruano. Para creer la aparicion del
Señor, los jerarcas de la iglesia
católica y los Reyes de España, pidieron que se les enviara la misma
cruz de tayanca, la cual actualmente se encuentra en España; pero para
perennizar la aparición del Señor de Qoyllurit’i, su imagen quedó grabada en la misma roca, que hoy en día
existe y se venera, es considerado el patrón
de la clase más pobre y de los indígenas de los Andes de sur
peruano.
Cabe anotar de que algunos lo conocen con el nombre de Señor
de Qoyllurit’i por efecto de esa refulgencia que despedía el cuerpo del Señor;
cuando se le aproximaba la gente en su persecución.



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