FRUSTRACIONES
Frisaba aproximadamente los
cuarentitantos años de edad, pese a ello, siempre quería aparecer como el
hombre más joven del lugar. En sus momentos de solaz se dedicaba a depilarse
las canas que empezaban a brotar en su barbilla, con un espejo en la mano y muy
bien sentado en el patio de su casa. Al terminar repetía filosóficamente:
‘’Vida que te has de acabar mujer
que te has de quedar’’. Estas frases las había aprendido de las autoridades del
distrito de Ongoy, cuando empezó a juntarse con ellos.
Rómulo Palomino había retornado a
su tierra natal desde la Capital de la República con el oficio del fotógrafo.
Al poco tiempo instaló su estudio en Comunpampa, pueblo intermedio entre las
poblaciones rivales de Waqhana y Ongoy. A l poco tiempo, sin competencia, se llenó de dinero, debido,
especialmente, a que en los meses de
marzo y abril fotografiaba a todos los estudiantes para que pudieran
matricularse. En efecto, Rómulo, como le iba muy bien en el negocio,
comenzó a contratar a una y a otra secretaria para que
atendiera bien a la clientela. Ongoy es
un distrito de la provincia de Chincheros enclavado en los Andes del Sur. Su
población, de regular proporción, se dedica a la agricultura y ganadería. A
este pueblo aún no le ha llegado la carretera, por ello, sus pobladores pugnan
por construir la vía carrozable desde el lejano distrito de Ocobamba.
Cuando los maizales estaban
macollando y la lluvia empezaba a caer, los estudiantes del Colegio José María
Flores aguardaban con premura el fin de
año para marcharse a Lima y trabajar los tres meses de vacaciones. Al regreso,
con el dinero ahorrado, se proveerían de su uniforme y útiles escolares.
La madre de Rómulo, anciana,
encorvada y rugosa, seguía martilleando a su hijo, en las horas de la comida:
_Hijito, quiero verte casado. Así,
si voy a morir tranquila; quiero dejarte con tu esposa e hijos.
Sin embargo, Rómulo Palomino más
se dedicaba a cambiar ‘’secretarias’’ cada cierto tiempo.
En todo el tiempo de su estancia
al fotógrafo jamás se le había visto comiendo en un restaurante, para viajar a
la capital de la provincia solamente cargaba un poco de cancha con queso; para
calmar su sed, prefería el agua de los caños de los parques de la pequeña urbe.
Cuando deseaba jaranear cargaba su maquina fotográfica y hacia de ella un pase
para ingresar a cualquier fiesta, con el cuento de fotografiar a la
concurrencia; así, los dueños de la casa se sentían obligados a invitarle a
atenderlo. Finalmente, Rómulo Palomino, para vestir no tenia nunca ropa nueva,
siempre con la misma, aunque estuviera
muy usada.
En pocos años, de trabajo, no sólo
tenía el estudio fotográfico sino también establecimiento de mercaderías y
bebidas. Con riqueza, Rómulo, ya no caminaba en el suelo, ahora flotaba en las
nubes. Pero, la gente que le conocía murmuraba de él: ‘’Este cholo pata rajada
hasta dónde se ha subido’’. En este ir y venir a Chincheros conoció a las
autoridades provinciales y con obsequios de gallinas, carneros, chanchos, etc,.
Trabó amistad con el Subprefecto.
Esta relación le permitió obtener
el cargo el cargo de Gobernador del distrito de Ongoy. La gente murmuraba su
ascenso basado en su, riqueza. Pero, Rómulo Palomino, empezaría a ser semejante
a las otras autoridades del distrito: petulante y orgulloso. En sus manos, muchas veces, estaría la situación
judicial de algunas personas. En Ongoy obtenía justicia solamente la persona
que tenia dinero, al pobre le esperaba la cárcel o la multa.
Por fin, Rómulo, determinó
casarse, y cumplir el deseo de su madre. Para tal efecto, debía escoger a la
mujer que seria su esposa. La selección la hizo entre las muchas
fotografías que guardaba, en especial
las de colegialas. Estaba seguro que quien fuera la escogida la iba a aceptar
debido a su cargo de autoridad y a su riqueza. La privilegiada fue Marina
Casani, joven de bellos encantos, estudiante del colegio.
El Gobernador aguardó
impaciencia el fin de año para pedir su
mano. Aunque empezó a propiciar las mejores condiciones para su propósito, cuyo
resultado no dudaba. Concurría, como
siempre, al colegio y fotografiaba a Marina y a la vez la invitaba a su
establecimiento. Mas, ella, se dio cuenta de las intenciones del fotógrafo y
como a su juventud no le impactaba su autoridad ni su dinero, en vez de
sentirse atraída le cayó antipático y hasta llegó a sentir asco por él.
Finalmente, llegó el día esperado
para cumplir su deseo y como se había dado cuenta que no había logrado atraer a
la muchacha, decidió conseguir a Marina a la usanza de los antiguos campesinos.
Es decir, pedir su mano directamente a los padres, sin el consentimiento de
ella. En consecuencia, el gobernador, hizo matar varias aves y cuyes, y
preparar chicha en abundancia.
Eran fines del mes de diciembre
y, en compañía de parientes y amistades, el fotógrafo, acudió a la casa de los
padres de Marina a cumplir su propósito. La madre de Rómulo se quedó preparando
los mejores ambientes para recibir a la nuera. Qué no hacia para que ella se
sintiera halagada: aseaba la casa de rincón a rincón, preparaba los mejores
potajes.
Casi al amanecer Rómulo logró la
aceptación de don Jerónimo, padre de Marina. Desde ese instante, por la
felicidad de la nueva pareja, empezó la
celebración general.
Los vecinos se aunaron también a
la fiesta. Solo Marina lloraba, su tristeza era grande, y por más que el
fotógrafo le ofrecía el oro y el moro no lograba arrancar de ella una mínima
sonrisa. Cuando, finalmente, el sol se retiro del cielo azul, don Jerónimo entregó
a su hija en manos del Rómulo Palomino para que se la lleve definitivamente. El
matrimonio seria posteriormente, luego de convivir y comprenderse, al estilo de
los ancestros de don Jerónimo.
El fotógrafo traía a su paloma
sobre en anca de caballo, el resto de los acompañantes bajaban de Cuchucusma a
pie, hacia Onqoy, muy ebrios y cantando la felicidad del acontecimiento.
La madre de Rómulo, ¡con qué
deseos esperaba abrazar a su nuera! Las velas esperaban prendidas en todas las habitaciones,
en señal de bienvenida. Pero la gente
que los conocían murmuraba que no era la primera vez que pedía a una mujer.
Ya había sucedido lo mismo en otros
pueblos y luego de convivir un tiempo las echaba a la calle.
La pareja llegó a la casa, la
anciana abrazó a la nuera y la invitó amorosamente a pasar. Pero como todo el día
habían comido y tomado no aceptaron los alimentos que ella había preparado.
Solo algunos actos protocolares y Rómulo condujo ansioso a su estudiante al
dormitorio dispuesto a pasar la primera noche.
La alcoba se hallaba ubicada tras
de la tienda, era amplia y entre otras cosas albergaba un catre de doble plaza. Al costado de la
cabecera estaba una mesita de noche y sobre ellas una radio portátil encendida
que propalaba un hermoso wayno que decía:
‘’Que se vaya, que se retire chay
urpi
Estoy buscando con el corazón
herido’’.
Mariana al escuchar suspiró con
profunda nostalgia y con gran dificultad se sentó a orillas del catre nupcial. Rómulo,
más amoroso que nunca, procuraba brindarle todas las atenciones.
Ella se mantenía indiferente,
pero, el súbito, cambio su semblante y hasta llegó a sonreír, preguntando:
_Amor, ¿dónde queda tu corral?
Rómulo Palomino comprendió
perfectamente la necesidad fisiológica de Marina a quien, luego de indicarle el
camino, le entregó una linterna de mano y una radio, y se sentó sobre la cama
esperando su retorno.
A todo volumen la radio seguía
propalando sus waynos desde el corral, terminaba uno proseguía otro y no había
cuando retorne ella. Después de una larga espera Rómulo decido salir en su
búsqueda y se encontró solo con la radio que, tras de la puerta, seguía
sonando. Grito a todo pulmón llamándola, la respuesta fue el silencio.
Al día siguiente, Marina Casani,
iniciaba su luna de miel en brazos de su amado Mario Solar, quien le había
rescatado del corral del Gobernador. Mientras pedían su mano y celebraban
comiendo y tomando ella había acordado su fuga mediante cartas con su enamorado.
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