LA PASTORA Y LA
CULEBRA
En la quebrada de Chikón vivía una pareja de esposos que se querían entrañablemente, pero no tenían
hijos. Ellos se desesperaban por tener
por lo menos un descendiente a quien
dejarle en herencia sus hermosas y fértiles
tierras y sus contadas ovejas.
Todos los domingos,
la mujer y el varón bajaban llevando
flores y velas al señor de Torrechayoc, pidiéndole que les haga el milagro, pero no había cuando
doña Celestina aparezca en estado.
A Celestina y Rafael
se les venían los años. Ellos estaban en boca de la gente. Hablaban que el hombre es fecundo y que la mujer es estéril o viceversa. Al
final, la mujer le dijo a su marido que debían conseguir una niña huérfana,
pero que sea de lejos, para que les ayude en los trabajos y, con el tiempo, si
es que no tuviera progenie, la adoptarían como hija, de esta manera, ella heredaría sus
propiedades.
El hato de pocas ovejas que tenían empezó a multiplicarse rápidamente. Don Rafael se vio obligado
a arrear su tropa de ovejas a las
alturas del Chikon, para apacentar. Mientras, los trabajos del campo le vencían. Para el no había sueño,
pasaba los amaneceres y los atardeceres con la ovejas y durante el día estaba en los labrantíos, sembrando, aporcando,
regando, deshierbando, calcheando, deshojando los maizales.
Por fin consiguieron
una niña huérfana. Era del valle de La Convención y sus padres habían muerto con la enfermedad
del chujchu o terciana. Después de asearla, le dieron ropas nuevas para que se cambiara, pues las que traía
estaban totalmente viejas, raidas, llenas de parches. Luego le asignaron una
pequeña habitación y una cama para que la ocupe.
Juana, que así se llamaba la huérfana principio no podía
adaptarse al medio. Pero
paulatinamente, con la confianza que le daban, fue ambientándose y acostumbrándose a sus patrones hasta que, finalmente, se convirtió en la
mano derecha de Rafael y Celestina.
Juana no quería
llevar la tropilla de ovejas a pastear
en las alturas de chikon, Pues el frio y
la nieve la afectaban. Para evitarlos solía
ir a los bajíos de los cerros cercanos a
Chichubamaba.
Conforme fue pasando
el tiempo, La Juana fue tomando cuerpo y
hermoseando por lo que muchos jóvenes
estaban con los ojos puestos en ella. Atrás
había quedado la figura de
valluna escuálida con que llego, Un día sintió
que su estomago empezaba a hincharse.
Ella no sabía por que. Entonces empezó a fajarse con unos chumpis (correas de lana tejida) que se puso debajo
de sus polleras.
Pronto sus patrones se dieron
cuenta que Juana estaba en estado
de preñez. Una mañana de esas, le
preguntaron a la Juana: ¿Quién es el padre del hijo que cargas en tus entrañas?
Ella se mantuvo muda
y se sintió ofendida por las
interrogaciones. No pudiendo soportar el
tormento, rompió en sollozos.
Don Rafael se propuso
averiguar, a como de lugar, el nombre
del autor del niño que llevaba la Juana en sus entrañas.
En tanto, a la pastora el sueño la vencía todos los días.
Poco a poco empezó a
enflaquecer y amarillarse y su vientre seguía creciendo como una montaña. Con mayor razón,
ella estaba en el comentario de todos
los vecinos.
Rafael, que no había logrado saber nada con sus indagaciones, fue a la zona de
Larespampa, donde un brujo, para consultarle lo sucedido con su hija adoptiva..El adivino, después de
soplar las hojas de coca, murmurando palabras solemnes, le dijo:
-La coca me dice que es un animal.
El anciano se levanto de su
asiento y después de pagar los
honorarios del adivino enrumbó a su
casa, sumamente preocupado, pero con el
firme propósito de seguir indagando.
Juana se había
convertido en la comidilla del día.
Todo el mundo comentaba su estado de preñez.
Un día, Rafael y su esposa fingieron viajar hacia la tierra de Maras, dejando a Juana en la casa. Ella,
creyendo que se encontraba sola, saco de su habitación un cuero de carnero que tendió en medio del patio y, seguidamente
se echo sobre el a descansar al calor del sol.
Rafael retorno a su
casa furtivamente, entre los maizales y
arbustos de capulí, y llego hasta una pirca, por detrás de su casa desde donde
se podía ver el patio. De pronto vio a su hija adoptiva que dormía encima del cuero blanco. Sobre
ella se enroscaba una culebra gruesa y amarillenta, mientras que la pobre
mujer ya no tenia la panza abultada…Sin hacer ningún ruido, Rafael retrocedió y corrió al encuentro de su esposa que lo
aguardaba a distancia. Llego totalmente asustada, pálido y hasta mudo. Ella se
quedo sorprendida cuando Rafael, a quien le había pasado un poco de susto, le
conto con lujo de detalles lo que había visto en sus patio. Después de un corto
dialogo, decidieron ir nuevamente al brujo de Larespampa, para consultarle.
El hechicero, después de lanzar las hojas de coca sobre su
poncho nogal, dijo:
-Don Rafael. Doña Celestina, mira lo que dice la coca.
Efectivamente, la serpiente vive en las entrañas de tu hija,
pero presto la matara de debilidad, ya que ahora, la bestia esta mas desesperada
por sangre para tragar, por que sea vuelto gigante.
Los esposos, fruncieron el ceno y muy preocupados, pidieron consejo.
Cuando retornaron a su casa, los ancianos cumplieron al pie
de la letra las recomendaciones que les
hizo el hechicero. En primer lugar compraron una poroña, luego un tomín lleno
de leche de vaca. Seguidamente llamaron a sus ayudantes mas ternejos y de mayor confianza para que ejecuten lo que les ordenarían.
Al amanecer, después de untarse el cuerpo con leche, los
campesinos esperaban agazapados tras la
puerta de la habitación de Juana. Estaban armados con hachas y machetes. La
poroña de leche se hallaba al medio del patio.
En las entrañas de la mujer, la bestia consumió las últimas
gotas de sangre que quedaban. Totalmente
hambriento el reptil, estaba en vísperas de tragar las entrañas de la mujer,
cuando su fino olfato percibió el olor de la leche. Arrastrado por el olor
agradable, salió de la guarida cárnica de la mujer y se arrastro hacia el patio.
En cuanto la cabeza de la bestia cruzo el umbral de la habitación, los
labriegos le dieron un demoledor golpe
en la nuca. La culebra, al salir de la mujer, había aumentado de tamaño y grosor con el aire que había tomado. Los
campesinos la atacaron con furia, convirtiéndola
en pedazos de carne que no dejaba de
tiritar.
Juana seguía durmiendo, ajena a todo lo que estaba ocurriendo. En tanto,
los hombres después de matar a la culebra, abrieron un foso en el corral donde metieron a la bestia muerta y la
taparon con tierra. Después limpiaron toda la sangre derramada, Don Rafael les
pago los emolumentos que habían convenido por el trabajo y los campesinos se
retiraron a sus bohíos
Antes que despierte Juana, la señora Celestina mato a uno de
sus mejores carneros para que, al
despertar su hija adoptiva, comiera y se fuera recuperando de la debilidad.
Cuando se recupero, Juana conto que un día de pastoreo ella
se quedo dormida debajo de una gran piedra en Chichubamba (lugar de empreñaderos).Donde abundan las
serpientes.

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