martes, 22 de mayo de 2012


LA PASTORA Y LA CULEBRA
En la quebrada de Chikón vivía  una pareja de esposos  que se querían entrañablemente, pero no tenían hijos. Ellos se desesperaban  por tener por lo menos  un descendiente a quien dejarle en herencia  sus hermosas y fértiles tierras y sus contadas ovejas.
Todos  los domingos, la mujer y el varón  bajaban llevando flores y velas  al señor de Torrechayoc, pidiéndole  que les haga el milagro, pero no había cuando doña Celestina aparezca en estado.
A Celestina y Rafael  se les venían los años. Ellos estaban en boca de la gente. Hablaban  que el hombre es fecundo  y que la mujer es estéril o viceversa. Al final, la mujer le dijo a su marido que debían conseguir una niña huérfana, pero que sea de lejos, para que les ayude en los trabajos y, con el tiempo, si es que no tuviera  progenie, la adoptarían  como hija, de esta manera, ella heredaría sus propiedades.
El hato de pocas ovejas que tenían empezó  a multiplicarse  rápidamente. Don Rafael se vio obligado a  arrear su tropa de ovejas a las alturas del Chikon, para apacentar. Mientras, los trabajos  del campo le vencían. Para el no había sueño, pasaba los amaneceres y los atardeceres con la ovejas y durante el día  estaba en los labrantíos, sembrando, aporcando, regando, deshierbando, calcheando, deshojando los maizales.
 Por fin consiguieron una niña huérfana. Era del valle de La Convención  y sus padres habían muerto con la enfermedad del chujchu o terciana. Después de asearla, le dieron ropas nuevas  para que se cambiara, pues las que traía estaban totalmente viejas, raidas, llenas de parches. Luego le asignaron una pequeña habitación y una cama para que la ocupe.
Juana, que así se llamaba la huérfana principio no podía adaptarse   al medio. Pero paulatinamente, con la confianza que le daban, fue ambientándose  y acostumbrándose  a sus patrones  hasta que, finalmente, se convirtió en la mano derecha  de Rafael y Celestina.
Juana  no quería llevar la tropilla  de ovejas a pastear en las alturas de chikon, Pues el frio  y la nieve  la afectaban. Para evitarlos solía ir a los bajíos de los cerros cercanos  a Chichubamaba.
Conforme  fue pasando el tiempo, La Juana fue tomando  cuerpo y hermoseando por  lo que muchos jóvenes estaban con los ojos puestos en ella. Atrás  había quedado la figura  de valluna  escuálida con que llego, Un día sintió que su estomago empezaba  a hincharse. Ella no sabía  por que. Entonces  empezó a fajarse  con unos chumpis  (correas de lana tejida) que se puso debajo de sus polleras.
Pronto  sus patrones  se dieron  cuenta que Juana  estaba  en estado  de preñez. Una mañana  de esas, le preguntaron a la Juana: ¿Quién es el padre del hijo  que cargas en tus entrañas?                                                                                                                  
Ella  se mantuvo muda y se sintió ofendida  por las interrogaciones. No pudiendo  soportar el tormento, rompió  en sollozos.
Don Rafael se propuso  averiguar, a como de lugar, el nombre  del autor del niño que llevaba la Juana en sus entrañas.
En tanto, a la pastora el sueño la vencía todos los días.
Poco a poco empezó  a enflaquecer  y amarillarse  y su vientre seguía  creciendo como una montaña. Con mayor razón, ella  estaba en el comentario  de todos  los vecinos.
Rafael, que no había logrado saber  nada con sus indagaciones, fue a la zona de Larespampa, donde un brujo, para consultarle lo sucedido  con su hija adoptiva..El adivino, después de soplar las hojas de coca, murmurando palabras solemnes, le dijo:
-La coca me dice que es un animal.
El anciano se levanto de su  asiento y después de pagar  los honorarios  del adivino enrumbó a su casa, sumamente  preocupado, pero con el firme propósito  de seguir indagando.
Juana se había  convertido en la comidilla  del día. Todo el mundo comentaba su estado de preñez.
Un día, Rafael y su esposa fingieron viajar  hacia la tierra  de Maras, dejando a Juana en la casa. Ella, creyendo que se encontraba sola, saco de su habitación un cuero de carnero  que tendió en medio del patio  y,  seguidamente se echo sobre el a descansar al calor del sol.
Rafael  retorno a su casa  furtivamente, entre los maizales y arbustos de capulí, y llego hasta una pirca, por detrás de su casa desde donde se podía ver el patio. De pronto vio a su hija adoptiva  que dormía encima del cuero blanco. Sobre ella se enroscaba una culebra gruesa y amarillenta, mientras que la pobre mujer  ya no tenia la panza  abultada…Sin hacer  ningún ruido, Rafael retrocedió  y corrió al encuentro de su esposa que lo aguardaba a distancia. Llego totalmente asustada, pálido y hasta mudo. Ella se quedo sorprendida cuando Rafael, a quien le había pasado un poco de susto, le conto con lujo de detalles lo que había visto en sus patio. Después de un corto dialogo, decidieron ir nuevamente al brujo de Larespampa, para consultarle.
El hechicero, después de lanzar las hojas de coca sobre su poncho nogal, dijo:
-Don Rafael. Doña Celestina, mira lo que dice la coca.
Efectivamente, la serpiente vive en las entrañas de tu hija, pero presto la matara de debilidad, ya que ahora, la bestia esta mas desesperada por sangre para tragar, por que sea vuelto gigante.
Los esposos, fruncieron el ceno y muy  preocupados, pidieron consejo.
Cuando retornaron a su casa, los ancianos cumplieron al pie de la letra  las recomendaciones que les hizo el hechicero. En primer lugar compraron una poroña, luego un tomín lleno de leche de vaca. Seguidamente llamaron a sus ayudantes mas ternejos  y de mayor confianza  para que ejecuten lo que les ordenarían.
Al amanecer, después de untarse el cuerpo con leche, los campesinos esperaban agazapados  tras la puerta de la habitación de Juana. Estaban armados con hachas y machetes. La poroña de leche se hallaba al medio del patio.
En las entrañas de la mujer, la bestia consumió las últimas gotas de sangre  que quedaban. Totalmente hambriento el reptil, estaba en vísperas de tragar las entrañas de la mujer, cuando su fino olfato percibió el olor de la leche. Arrastrado por el olor agradable, salió de la guarida cárnica de la mujer y se arrastro hacia el patio. En cuanto la cabeza  de la bestia  cruzo el umbral de la habitación, los labriegos le dieron un demoledor golpe  en la nuca. La culebra, al salir de la mujer, había aumentado de tamaño  y grosor con el aire que había tomado. Los campesinos  la atacaron con furia, convirtiéndola en pedazos  de carne que no dejaba de tiritar.
Juana seguía durmiendo, ajena  a todo lo que estaba ocurriendo. En tanto, los hombres después de matar a la culebra, abrieron un foso en el corral  donde metieron a la bestia muerta y la taparon con tierra. Después limpiaron toda la sangre derramada, Don Rafael les pago los emolumentos que habían convenido por el trabajo y los campesinos se retiraron a sus  bohíos
Antes que despierte Juana, la señora Celestina mato a uno de sus mejores carneros  para que, al despertar su hija adoptiva, comiera y se fuera recuperando  de la debilidad.
Cuando se recupero, Juana conto que un día de pastoreo ella se quedo dormida debajo de una gran piedra en Chichubamba   (lugar de empreñaderos).Donde abundan las serpientes.

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