Había fiesta en el pueblo. En la casa (uta) los músicos zampoñeros* estaban comiendo cuando llegó
un viejo vestido con andrajos. Algunos invitados lo corrieron al tiempo que lo insultaban
diciéndole: “¡Váyase viejo mocoso!” Los músicos lo defendieron asegurando: “Todos llegaremos a
viejos”.
Luego lo lavaron con cuidado y lo invitaron a almorzar con ellos. El viejito, antes de entrar a la
casa de los músicos, se encontró en el corral con una señora que cargaba una guaguita, y la señora
dijo: ¡Ay tata!,¿kunat jumax ak’am t’ant’apachas sarnaqtasa kawkit purjtasa kunara pasjtamsti tata? (¡Ay
tata señor! ¿Por qué andas así tú tan harapiento, tan perdido, qué te pasa, de donde vienes?...).
Por su parte, el cabecilla de la fiesta dijo: “¿Qué quieres viejo inmundo? ¡Váyase de aquí ahorita
no más”.
El viejito, una vez que terminó de almorzar dijo: “Me iré… Pero, amigos zampoñeros, váyanse de
aquí muy lejos, sin mirar atrás porque algo terrible va a pasar”. Y también se lo comunicó a la
señora que cargaba su guagua (wawa). Los músicos y la señora salieron del pueblo y, cuando
estaban en lo alto del cerro, miraron hacia el pueblo… Y en un momento se convirtieron en
piedra.
Para llegar a Pusiri Collo, hay que caminar más de dos horas y en el pasado los habitantes de
Socoroma subían al cerro Pusiri a rogar por sus cosechas y hacer ceremonias, por considerarlo
cerro sagrado. Antiguamente se podía ver en las grandes piedras a los músicos con sus zampoñas,
y también a la señora y su guaguita.
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