Había una vez, en Quetroleufu, un hombre que iba caminando a su casa muy tarde, de pronto vio una oveja que estaba echada a orillas del camino. El hombre la miró y la encontró bonita como para un asadito, miró a todos lados por si alguien lo observaba y trató de agarrarla para echársela al hombro, pero de pronto la oveja comenzó a tiritar y moverse como para esquivarlo y desapareció. El hombre se asustó mucho, pues no entendía lo que pasaba y se fue corriendo a su casa sin contarle nada a nadie.
Durante la noche este hombre comenzó a tener convulsiones en todo su cuerpo, a sudar frío y tener alucinaciones. Después de un rato el hombre cayó muerto en su casa, sin encontrar ni una sola explicación para el hecho.
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