DIEGO, EL
ALCALDE, ENGAÑA AL ZORRO
Antonio encontró a Diego, al pie de
una peña grande parecía sostener la roca con mucho esfuerzo. Al verlo al ratón
con toda la rabia contenida lo cogió del cogote del ratón.
¿Qué haces ahora, Diego? Te encontré
al fin y te daré tu merecido por haberme engañado vilmente. ¡Te voy a devorar
vivo! El ratón sin alterarse ni temeroso le contesto:
No pienses en comer a tu alcalde, ¿No
te enteraste que ayer recién me eligieron como autoridad de esta localidad? ¿No
te enteraste? Y como autoridad es velar por todos los demás.
¿No ves que estamos en peligro? Estoy
sosteniendo este peñasco para que no caiga sobre la población de lo contrario
desaparecerán la población y el mundo. ¡Ayúdame! Salvemos a la población,
reemplázame mientras traiga un tronco que nos sirva de cuña. Luego puedes
proceder a comerme a tu gusto. Y así fue. Antonio compadeciéndose del supuesto
esfuerzo de Diego, sostuvo la peña con todas las fuerzas de su humanidad. Le recomendó
no desistir, porque de él dependía la vida de toda la población y que lo más
pronto retornaría con más refuerzos. Pero la argucia del ratón fue más y el
zorro una vez más resultó engañado. Ya fatigado sacando fuerza de sus últimos
suspiros saltó de la roca para no ser aplastado y para sus sorpresa la roca
estuvo más sólido impregnado en el suelo. Antonio confirmó el engaño y la astucia….
No hay comentarios:
Publicar un comentario