martes, 17 de agosto de 2010

BERNARDO TAMBOHUACSO PUMAYALI

Fue un indio noble. Cacique de Pisac, nació en ese histórico pueblo el año de 1576. Hizo estudios en el Colegio de Caciques y el Convictorio de San Bernardo.
Participó en el conato subversivo contra el poder español, encabezado por el criollo Lorenzo Farfán de los Godos, pero fueron delatados conjuntamente que siete de sus adeptos fueron ahorcados publicamente el 30 de junio de 1780.
En el arco de Santa Clara en nuestra ciudad, arco de triunfo al estilo de constantino en Roma, existen dos placas una con el nombre de los patriotas cusqueños, ostentando el escudo nacional con la siguiente inscripcion: "homenaje de la nación a los Héroes del Primer MOvimiento Libertario del Perú". NO figura allí el nombre de Tambohuacso, porque se evadió, siendo su condición de reo prófugo.
Se instaló contra los encausados un inicuo proceso. La causa se tranitó en forma casuìstica, ocn el formalismo y severidad de las leyes de aquella època, con el rigor de la justicia penal tradicional en la que se incluina severos castigos físicos.
Instruyó el proceso contra los reos de alzamiento de ese delito politico social, el corregidor y justicia mayor del Cusco General Fernando Inclán y Valdez, fue quien expidio la sentencia condenatoria la que fue confirmada por la Real Audiencia de Lima.
El examen de aquel expediente, constituye bajo el aspecto legal, sutantivo y procesal, uno de los capítulos de la Historia del Derecho , de las transformaciones de la justicia represiva. El presidente de la Corte Suprema Raúl A. Pinto en la memoria que dio lectura en la apertura del año judicial de 1956, llamaba a la evolución de las leyes, el derecho en su proyección histórica.
Los conjurados solian reunirse, además de otros lugares en la casa de Fermin Zamalloa, en la de las "madamas Valderrama" patriotas mujeres, patricias cusqueñas que con riesgo flanqueaban su residencia. En medio de juegos de rocambor y tresillo, tramaban el complot, a las veladas nocturnas de las juntas sediciosas unos iban con capas , otros con poncho y siempre embozados.
No faltaron los traidores que delataron la conjura. El día en que iba estallar el movimiento insurreccional, fueron detenidos.Hubo declaraciones de fuerte gravitación incriminatoria prestados con perfidia revelando secretos profesionales que les habian confiado y que debían haber guardado, como la del testigo cura de Pisac, Juan de Dios Niño de Guzmán.

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